Peliculas

JUEGOS DE PODER

De: Mike Nichols

EL EMBAJADOR DEL MIEDO

Mike Nichols es un director legendario, un veterano de la industria, cuya filmografía incluye títulos como: ¿Quién le teme a Virginia Woolf?, El graduado, Silkwood, El difícil arte de amar, Secretaria ejecutiva, Colores primarios y Closer. Muy preocupado por la dirección de actores más que por la puesta en escena, y siempre tras la búsqueda de un toque de trasgresión en los temas tratados, aunque nunca en el lenguaje cinematográfico. Juegos de poder tiene algunos puntos de contacto con otras de sus sátiras políticas de las cuales la más cercana en el tiempo es Colores primarios, película en la que John Travolta y Emma Thompson interpretaban a un matrimonio en el ámbito de la política, con grandes similitudes a los Clinton. Pero Juegos de poder se basa en hechos reales muy concretos relacionados con el congresista texano Charlie Wilson y su apoyo a la más grande operación encubierta de la CIA, cuyo fin era el de sostener a los muyahidin, en Afganistán, en la lucha contra la Unión Soviética. Para muchos intérpretes de la historia y la política mundial, el apoyo bélico y el conocimiento adquirido durante esta guerra fue lo que permitió –con los años– que Osama Bin Laden tuviera en sus filas a muchos de los hombres armados y especializados gracias a esos mismos conocimientos otorgados durante ese período, a principios de los 80.

La película busca un complejo equilibrio entre elementos satíricos y denuncia dramática. Lo enrevesado de la historia –no por su narración, sino como consecuencia de la complejidad del entramado de la política internacional– resulta interesante por sí solo y Nichols decide filmar con discreción y sin alardes en el manejo de cámara. Aun así, y como siempre, el director cae en el subrayado visual y eso reciente un poco la sutileza de las acciones. En el fondo, Juegos poder demuestra que de todas las clases de comedia posible, la sátira es la que menos sentido del humor tiene y que su eficacia pende de un hilo tan sutil como difícil de lograr sin que el mismo se rompa en el proceso. Es posible que la experiencia del realizador, la fuerza del tema y su particular ambigüedad hagan de la película una experiencia divertida, aunque no deja de ser preocupante el contenido político de la misma. La elección de un brillante Tom Hanks y una –poco adecuada– Julia Roberts aumenta la sensación de una mirada altamente favorable acerca de estos personajes, aun cuando en un principio el film los muestre como personas despreciables. A medida que avanza la trama se vuelve imposible dilucidar desde qué lugar los mira el realizador, entonces, el carisma de ambos comienza a jugar en contra. No es que el film no pueda ser ambiguo, de hecho casi todo el tiempo lo es, sino que hacia el final, la crítica parece quedar reducida a la idea de que la guerra financiada no es mala en sí misma, sino que lo “malo” es no quedarse, luego de ésta finalizada, a construir escuelas. Después de haber abierto un abanico de particular riqueza, la película decide reducirse al máximo, aun cuando entre líneas se puede adivinar que las consecuencias de esa guerra se volvieron luego contra Estados Unidos en la puerta del siglo XXI.