“El deber no es simplemente hacer lo que debemos hacer, sino hacerlo cuando debemos hacerlo, nos guste o no”
Thomas S. Monson
Hay dos formas de ver Jurado nº 2 (Juror #2, Estados Unidos, 2024): Una es como la gran película que es y la otra con la angustia de pensar que este será el último largometraje dirigido por Clint Eastwood. Lo primero es lo único que importa a la hora de evaluar la película, pero nuestros sentimientos están a flor de piel prácticamente en cada plano y cada escena. Como especialistas en cine y admiradores de Eastwood, sabemos perfectamente que su cine ha sido de despedida casi desde el comienzo. Si Los imperdonables (1992) no fue el final, al menos lo fue con respecto a los westerns en su carrera, pero incluso antes y por supuesto después, Eastwood ha sido un cineasta que veía al mundo desde lo crepuscular. Como actor y como director vio el final del arte cinematográfico por excelencia: el Hollywood Clásico.
Esta crítica contiene spoilers y cuenta el final. No de forma completamente clara para el que no vio el film, pero igual lo cuenta, así que pueden volver cuando la hayan visto. Es que la imagen más poderosa que me quedó de Jurado nº 2 es ese último plano. Justin Kemp (Nicholas Hoult) está en el umbral de la puerta de su casa. Le abrió a Faith Killebrew (Toni Collette) quien era asistente de fiscal de distrito durante el caso y ha sido electa fiscal de distrito. Es un momento cinematográficamente enorme lleno de posibilidades. El caso por el cual Kemp fue elegido jurado se cerró y se encontró culpable de homicidio al acusado. Pero la verdad, incluso con sutiles ambigüedades, la sabe Kemp y unas pocas personas más. Y ahora nuevamente no puedo dejar de pensar en tal vez el último plano de la descomunal filmografía de Clint Eastwood sea una persona llamada Faith y trabaja para la justicia, golpeando a su puerta para que rinda cuentas. La justicia de los hombres ya falló y falló, pero lo que está en juego en ese final es algo aún más grande. Es imposible no pensar que ese joven felizmente casado y con un bebé recién nacido sea, de todas formas, el propio Clint Eastwood teniendo que dar cuentas de su vida.
Jurado nº 2 es una película de juicio. Un joven que se recuperó del alcoholismo es convocado para ser jurado en un juicio donde una joven ha sido asesinada y el acusado es su pareja, un novio con el que ha tenido públicamente una relación tumultuosa. Justin Kemp intenta ser excluido del juicio porque su mujer está a punto de dar a luz, pero no se lo aceptan y lo convierten en el jurado número dos del título. Sin ocultar su vínculo con Doce hombres en pugna (1957) la más famosa película sobre jurados que se haya filmado, Eastwood pone a nuestro protagonista a colocarse en el lugar valiente de no culpar al joven acusado, pero en ese proceso termina descubriendo que es posible que él mismo tenga una responsabilidad en la muerte que nunca hubiera imaginado. Si salva al inocente hace lo correcto pero arruina su propia vida. Kemp no es un asesino, pero absolutamente todo lo que respecta a esa noche apunta contra él de peor manera de lo que realmente fue. Busca ayuda Larry Lasker (Kiefer Sutherland) su patrocinador de Alcohólicos Anónimos. Lasker, también su abogado, le dice que si dice la verdad terminará siendo acusado de homicidio aunque haya sido un accidente.
Crimen y castigo es un concepto que muchos cineastas han trabajado a partir del libro de Fiódor Dostoyevski y que a pesar de su enorme potencial suele dar películas mucho menos sofisticadas que el tema elegido. Clint Eastwood, con su clasicismo a prueba de todo, elige filmar una historia más sofisticada, donde no solo entra en juego la idea del castigo a partir de un crimen o una falta, sino también la imposibilidad de acceder de forma completa a la verdad, de entender la verdad y de impartir justicia a partir de ello. Ya se veía ese desencanto en Un mundo perfecto (1993) y el propio Eastwood ha tenido largometrajes más sutiles y otros más obvios con respecto a esto. Sin embargo, Eastwood ve una esperanza en las personas. Los protagonistas son americanos en el sentido más tradicional del término. Para Halloween se disfrazan de la pareja de Gótico americano, el cuadro de Grant Wood de 1930, interpretado como parodia pero que en realidad era una mirada de respeto y admiración. También está el ex detective de homicidios Harold Chicowski (J. K. Simmons) un hombre directo que rompe las reglas pero tiene un instinto brillante. Se queda en el camino del juicio por involucrarse de forma indebida, impulsado por su profesión y sin equivocarse en lo que fue descubriendo, la línea recta choca contra el sistema, pero sin sistema no se puede vivir ordenadamente. Y todo termina finalmente apuntando a Faith y Justin, los dos personajes clave y de ahí la potencia de la escena final. Pocas veces una película fue capaz de ser tan contundente a la hora de honrar la honestidad de las personas. Ambos saben lo que es correcto. Al final del camino, nos enfrentamos a esa mirada final que nos increpa y nos pregunta si hemos vivido de la forma correcta y cumplido con nuestro deber. ¿Cuál será la respuesta? De eso trata esta excelente película dirigida por el maestro Clint Eastwood, una más de sus muchas memorables despedidas.