Zahira es una joven belga-paquistaní muy cercana a su tradicionalista familia musulmana. Zahira está embaraza y no se ha casado. La familia acepta esto pero la obliga a elegir un marido para su casamiento. Zahira, que ama y respeta a su familia, se divide entre el vínculo que tiene con ellos y la forma civilizada y occidental en que vive Bélgica. Una amiga belga y su familia, pero también su hermano, intentan ayudarla a resolver el conflicto.
La película busca ser lo más respetuosa posible de la mirada de la familia paquistaní, pero tampoco busca, por suerte, tolerar la tradición machista de considerar que la libertad de elección de la mujer puede ser un inaceptable deshonra para ellos. Es una buena noticia que el director, Stephan Streker, no buscara explicar que se trata de otra cultura o de otras costumbres y dejara bien en claro la violencia machista aceptada y tolerada dentro de esas familias y esa cultura.
El tono es sobrio, hay muchas escenas muy bien resueltas y a pesar de la angustia de muchas de las situaciones el director le dio al relato la impronta vital y juvenil propia de la edad de la protagonista. Visualmente está bien lograda, consigue narrar de forma plausible todo el conflicto y se enfrenta a los momentos más dramáticos sin mal gusto, con el adecuado pudor y respeto. Frente a la tibieza europea –y no solo europea- que hay con respecto a las atrocidades que se cometen en culturas primitivas, machistas y violentas, es de una gran valentía encarar el tema sin temor y con franqueza.