Ridley Scott es un cineasta raro. Su filmografía es particularmente ecléctica y amplia. No solo por la variedad de los temas y géneros de su obra, sino porque ha sido capaz de realizar obras maestras y bodrios infames. Este año estrena dos películas importantes, ambas son de época, pero mientras que una transcurre en el medioevo, otra está ambientada en el mundo de la moda en los años noventa. La casa Gucci gira en torno a hechos reales ocurridos dentro del clan familiar fundador de la conocida casa de moda. Un asesinato que conmovió a Italia y que tal vez no sea tan conocido en otros países. El centro de la trama es la historia entre Patrizia Reggiani y su esposo Maurizio Gucci (Adam Driver), nieto de Guccio Gucci, fundador de la empresa. La película busca retratar ese vínculo, las internas de la familia, los intereses empresariales externos y el contexto en el cual todas estas cosas ocurren.
La casa Gucci funciona más en las escenas que en la totalidad. Lady Gaga es el corazón del film pero también su principal problema. Ella es magnética, atractiva en un sentido completo del término, pero también actúa y se nota. Al personaje extrovertido lo compone a la vista y eso hace ruido. Pide a gritos un Oscar que posiblemente le den. Ni hablar del siempre, pero siempre insufrible Jared Leto, otra vez apostando a ser un actor fuera de serie y logrando solamente ser un intérprete fuera de tono. Al Pacino y Jeremy Irons se divierten más, porque saben jugar en sus roles secundarios. Saben que su mejor época ya pasó y les queda el disfrute. Usan la historia de los Gucci para verse reflejados. Adam Driver, por supuesto, busca ser más sobrio, como era de esperarse. Por mérito de Scott o de los protagonistas, Driver y Gaga consiguen destellos de química muy sutiles, pudiendo ellos con su actuación explicar cosas que el guión descuida. La película tiene la suerte de que ambos hayan combinado adecuadamente. Siempre con el costado siniestro de los hechos ocurridos como marco para todo. Sin embargo algo de genuina sensualidad surge, de la misma manera que aparece en el vestuario, algo completamente esperable debido a la temática del film. Pero en su conjunto, La casa Gucci no termina de convencer y se ve como un film caro y algo barato a la vez.