Para las nuevas generaciones, el nombre Lola Membrives remite directamente al teatro de la avenida Corrientes, uno de los más importantes de la zona de teatros, inaugurado en 1914 y aún en pleno funcionamiento. Pero por supuesto, su nombre se lo debe a la actriz Lola Membrives, cuyo marido, Juan Reforzo, se convirtió en dueño del edificio en 1936. A partir de 1943 Membrives realizó sus temporadas en dicho teatro, alternándolas con sus trabajos en España, donde también fue una actriz de enorme popularidad. Como ha ocurrido con muchas estrellas del teatro, su paso por el cine fue muy breve en comparación. La chismosa (1938) es su tercer trabajo en cine, el primero de la etapa sonora y, definitivamente, el más importante en su paso por la pantalla. También trabajaría en La cigüeña dijo sí (1955) dirigida por Enrique Carreras, un título más popular pero menos logrado.
Una partera (Lola Membrives) que atiende en una estancia a una niña recién nacida fruto de una relación ilegítima luchará por retenerla. Cuando le ordenan que la entregue en adopción, ella decide criarla en secreto como su propia hija y cuando las cosas se complican se va con su marido (José Olarra) que tiene un barco, a Misiones para no perderla. A partir de allí ocurrirán diferentes aventuras mientras el estigma social que pesa sobre el verdadero origen de su hija amenaza con arruinar el futuro de los tres.
Con este argumento simple, que perfectamente podrían haber interpretado Libertad Lamarque o Tita Merello, el director Enrique Susini (el mismo de Los tres berretines, 1933) arma un relato interesante que pasea a sus anchas por el melodrama sin perder de todas formas algunos toques de humor, mayormente en los personajes interpretados por Augusto Codecá y Héctor Quintanilla. Como dato curioso el largometraje se presentó en la 6ta edición del Festival de Venecia, en pleno período fascista. Al parecer tuvo una buena repercusión, aunque las estrellas de dicho festival fueron los films alemanes e italianos, en particular Olympia, de Leni Riefenstahl, el documental sobre los Juegos Olímpicos de Berlín 1936. También como dato curioso, hubo films norteamericanos, incluyendo nada menos que Blancanieves y los siete enanitos de Walt Disney. Como registro de la recepción fuera de argentina, se puede citar una crítica publicada por el New York Times el 30 de marzo de 1940 a partir de la presentación de la película argentina en el Radio Teatro Hispano que dice: “La veterana actriz española Lola Membrives está excelente como la trabajadora madre adoptiva, al igual que José Olarra como su marido. El final es satisfactorio y hay hermosas vistas del río Paraná. Enrique T. Susini dirigió esta producción de Lumiton”. Es importante recordar que aunque era hija de españoles y pasó una importante parte de su vida trabajando y viviendo en España, Lola Membrives nació y vivió en Buenos Aires, dónde también murió en el año 1969.
La chismosa es una oportunidad inmejorable para observar actuar y ponerle un rostro a la leyenda del teatro argentino y español. Como dice el crítico del New York Times, las imágenes del Paraná son hermosas, más allá del projecting habitual de aquellos años. En Un diccionario de films argentinos (1930-1995) de Manrupe y Portela, se citan un par de críticas favorables de Italia y Argentina, cerrando la idea de que tuvo una buena recepción. El elenco ya mencionado cumple, pasando de unos momentos de sainete al uso de las primeras décadas del siglo XX al mencionado melodrama. Como es habitual en aquellos años del cine argentino, la niña actriz es un poco insufrible, porque el estilo actoral infantil les marcaba una forma que ha envejecido más que la de los adultos. Por suerte crece y cambia de actriz en mitad del largometraje. También hay un par de momentos musicales, incluyendo, claro, La chismosa, interpretada por Lola Membrives y origen de toda esta película que tiene en ella el máximo interés para ser vista.