La conquista del Oeste es una rareza dentro de la historia del cine. No se trata de un film de culto o de una obra maldita, de hecho fue una de las películas más taquilleras del año 1963. Pero lo que la destaca y la coloca en un espacio casi único es que se trata de una de las dos únicas películas filmadas y proyectadas en auténtico Cinerama. Se le llama comercialmente Cinerama al proceso de filmar con tres cámaras sincronizadas y proyectadas por medio de tres proyectores de 35 mm trabajando en igual sincronía, una imagen panorámica, incrementando su detalle y tamaño, sobre una enorme pantalla curva. Aunque el auge del Cinerama fue en la década del cincuenta, cuando se le encontró una veta comercial al sistema, capaz de atraer al público tentado por la televisión. Las películas de Cinerama solían ser documentales de viajes y fueron furor durante una década, para desembocar en un acuerdo con Metro Goldwyn Mayer que llevó a dos títulos de ficción: La conquista del Oeste y El maravilloso mundo de los hermanos Grimm. Aunque el western se filmó primero, se estrenó en segundo lugar. Aun siendo éxitos de taquilla el proceso era muy complicado y traía demasiados inconvenientes técnicos. Siguió habiendo títulos estrenados en Cinerama en los años siguientes y hasta incluso en el siglo XXI, pero ninguno de ellos fue filmado con el proceso de tres cámaras. Estos aspectos técnicos han recibido muchos artículos especializados y quien desee averiguar más puede investigar el tema, hay muchísimo material en internet. La edición en Blu Ray permite a los espectadores actuales apreciar el ancho de pantalla original además de tener un proceso para disimular la división entre las tres cámaras. Lo más exigentes pueden conseguir un extra con la misma película en Smilebox, es decir la emulación de la pantalla curva como se la proyectaba originalmente. Al ver la película plana muchas veces los actores no parecen estar mirándose mutuamente, debido a que habían sido dirigidos para la proyección curva. Dicho esto pasemos a la película.
Una larga toma aérea y la voz en off, nada menos que de Spencer Tracy, son el comienzo de la película. La toma no se parece en nada a lo que se suele esperar de un western. Para parafrasear a François Truffaut hablando de técnica cinematográfica: “Puedo aceptar que durante la conquista del oeste existiera el cine, pero no las tomas en helicóptero”. Definitivamente es un momento raro, más allá de la espectacularidad del Cinerama. Largas tomas por encima de las Montañas Rocallosas nos llevarán a la primera de la historias. Cinco episodios conforman La conquista del Oeste. The Rivers, The Plains, The Civil War, The Railroad y The Outlaws. Cuatro directores tuvo la película (sin contar el material tomado de otros films): The Rivers, The Plains y The Outlaws fueron dirigidos por Henry Hathaway, The Civil War por John Ford y The Railroad por George Marshall. Escenas adicionales quedaron en manos de Richard Thorpe.
El elenco es descomunal. Al mencionado Spencer Tracy le acompañan James Stewart, Karl Malden, Carroll Baker, Debbie Reynolds, Agnes Moorehead, Walter Brennan, Lee Van Cleef, Gregory Peck, Robert Preston, Thelma Ritter, George Peppard, Andy Devine, Harry Morgan, John Wayne, Henry Fonda, Richard Widmark, Carolyn Jones, Lee J. Cobb, Eli Wallach y Harry Dean Stanton entre otros. Sin duda la MGM buscaba acá el éxito de sus films más grandes, como la remake de Ben Hur (1959) ganadora de once premios Oscar, entre otras grandes super producciones. El proyecto era ambicioso y a nivel comercial el resultado estuvo a la altura de expectativas. Y aunque el recurso del Cinerama aplastó muchas de las posibilidades artísticas del film, también les sumó otras.
El film recorre muchos tópicos del western, desde los pioneros hasta la instalación de la ley, pasando por la fiebre del oro, la Guerra Civil y el ferrocarril. A pesar de su obvia búsqueda comercial, la película es mucho más dura y oscura de lo que podían ser hasta ese momento esta clase de títulos de Cinerama. Es un film adulto, hecho a la manera épica clásica, pero no exento de apuntes sombríos sobre la conquista del Oeste. Desde el salvajismo de las primera épocas, pasando por el oportunismo permanente, la falta de opciones para abrirse camino en una tierra todavía salvaje, la violencia permanente, las traiciones a los indios, la ley del revólver en la época de los pistoleros. Pero también está el coraje, la potencia de quienes fundaron las ciudades, las mujeres y los hombres que bajaron los brazos, los héroes, los que lograron imponer la ley, los héroes y los que se sacrificaron por un futuro mejor para las siguientes generaciones. Las complejísimas condiciones de rodaje no cambiaron esto, por suerte, y la película funciona muy bien a nivel guión también.
En cuanto a las escenas de acción, son muchas y tan espectaculares que aun hoy asombran. Las peleas, pero también los bailes, los decorados, los paisajes, todo deslumbra. Cuando uno se acostumbra a la rareza del formato y a la ausencia de primeros planos, a los movimientos raros y a los demás detalles del Cinerama, solo queda el espectáculo. Aunque es un western, la película también es un gran show de aventuras. A diferencia del género del far west, la película tiene muchos momentos de sorprendentes aventuras, en particular el ataque de los indios a las carretas y todo lo relacionado con el ferrocarril. Son escenas inolvidables. La estampida de búfalos es otro momento abrumador. Y finalmente el tiroteo sobre las vías en el último de los capítulos, que también lleva la tensión al máximo. Tampoco falta el incomparable Monument Valley, territorio por excelencia del género.
Para que la película no sea completamente de aventuras, está el episodio de John Ford, ambientado en la Guerra Civil. A Ford no le interesan los golpes de efecto ni los movimientos espectaculares de cámara. Para Ford lo que importa es que el hijo de los protagonistas de uno de los episodios anteriores (George Peppard, quien participa de varios episodios y se lo podría considerar el principal personaje) decide ir a pelear en la Guerra, muy a pesar del deseo inicial de su madre. Una madre fordiana, Carroll Baker, el hijo que se va, las tumbas, la idea de que formamos un parte pequeña de algo mucho más grande, todos temas fordianos. La melancolía de ese episodio recupera algo del corazón del western más puro. Allí también están John Wayne interpretando al General Sherman y Harry Morgan al General Ulysses S. Grant.
A pesar de la locura técnica, la ambición comercial, el exceso de nombres, la dificultad de resumir todo el Oeste en dos horas y cuarenta y cuatro minutos, La conquista del Oeste es un gran western de aventuras, una película que merece ser reivindicada ahora que se la puede ver en la calidad que se merece. Emociona, impacta, genera respeto y admiración por la historia de Estados Unidos, aun mostrando su lado más oscuro. Las escenas finales (muchas veces cortadas en diferentes exhibiciones de la película) con las autopistas en la década del sesenta son un último detalle que la convierte en una película diferente a todas y, obviamente, en un western que no tuvo nunca otro paralelo. Rareza de la historia del cine, el espectáculo más grande del mundo.