Peliculas

LA FELICIDAD TRAE SUERTE

De: Mike Leigh

LA ALEGRÍA DE VIVIR

Mike Leigh, realizador británico nacido en 1943, es uno de los pocos directores británicos que ha conseguido tener no sólo una repercusión en el circuito independiente, sino también en el comercial, con cinco nominaciones al Oscar. Sus películas, drama o comedias dramáticas, suelen tener una particular intensidad dramática, llevada a los límites de la violencia psicológica en algunos casos, y haciendo hincapié tanto en las miserias humanas como en las económicas de la vida de la clase proletaria. Sus personajes suelen sufrir diferentes niveles de calamidades y, en algunos casos, esto puede llegar hasta el borde de la tolerancia del espectador. Sin ser tan cruel como otros cineastas, el camino de sus personajes está poblado de momentos desagradables. En Happy Go Lucky, la protagonista es Poppy (Sally Hawkins), una maestra que mantiene una sonrisa permanente y una gestualidad exagerada, a la par que siempre agrega un chiste poco gracioso a cada frase que emite. Son escasos los momentos en que su rostro se queda quieto o su boca callada, y el espectador, como se ve en la primera escena, está permanentemente invitado a detestarla. Esa situación es ambigua, porque la actriz viene cosechando premios a lo largo del mundo y no para de recibir elogios, sin embargo, aquí resulta insufrible. La pregunta es, claro, ¿quién es insufrible?, ¿la actriz o el personaje? Y otra pregunta: ¿Qué opinión tiene el realizador sobre ella? Los primeros minutos son un duro trago para al espectador, pero a medida que avanza la trama, Mike Leigh va mostrando su juego. El realizador despliega las miserias del mundo actual con diferentes apuntes laterales que van oscureciendo el entorno de la optimista Poppy. Las situaciones van virando hacia el drama y el patetismo, aunque curiosamente eso, lejos de empeorar al personaje de Poppy, la eleva. Enfrentada a la realidad de lo humano, su máscara de humor permanente se cae por un instante. Pero entonces ocurre algo inesperado, uno desea que esa alegría cercana a la estupidez que veíamos en ella vuelva, y descubrimos entonces el motivo por el cual existe. Leigh, sin dejar de ser un cineasta deprimente y descreído, consigue que nos comprometamos con la suerte de Poppy y su ardua lucha por intentar ser feliz.