Un exitoso escritor presenta su nuevo libro. En esa noche, una joven, acompañada por un desarreglado periodista, se presenta frente a él para pedirle algo. Entonces sucede una tragedia que queda fuera de campo y la historia retrocede varios años. La joven fue empleada del escritor, pero algo ocurre y se genera un conflicto de ramificaciones terribles. Si todo eso está vinculado con una venganza o una serie de eventos desafortunados, es algo que la historia no quiere aclarar.
La ira de Dios (Argentina, 2022) es la segunda adaptación de la novela de Guillermo Martínez La muerte lenta de Luciana B, publicada en el año 2007. Se trata de un film de suspenso con aspiraciones de trascendencia y una trama que se ve sólida aunque deje cabos sueltos por todos lados. La narración correcta y entretenida la vuelve una película efectiva más allá de sus limitaciones. Muchas veces una película no es gran cosa pero está narrada de forma tal que logra cubrir sus falencias, ese es un mérito que se hace evidente aquí. Luego de la bochornosa Crímenes de familia (2020) el realizador Sebastián Schindel recupera el pulso para el suspenso y consigue una narración más sólida que la acerca a su film anterior, El hijo (2019) aunque aquí el desenlace, aunque sea previsible, resulta un poco más acorde al resto de la historia.
En La ira de Dios es evidente que la ambigüedad argumental y las licencias poéticas de la literatura no logran ser tan efectivas. No hay en realidad muchas dudas o al menos la película no consigue que se vean como tales. En un libro hay una verosimilitud que no obedece a las reglas del cine, por eso es por lo que la historia tiene un buen argumento, pero no termina de ser tan potente como pretende. Sin arruinarse, la película se mueve hacia un final sin la fuerza que uno podría desear. No hay sorpresa y por eso la película abre con lo que será el clímax al final. Otro ejemplo de cómo el streaming exige un cine más prolijo y profesional que lo que aun hoy algunos cineastas argentinos creen que es digno de estrenarse en cine. Aunque La ira de Dios no llega a ser una excelente película, al menos nos saca el sabor amargo de algunos títulos infames de fabricación local que han tenido éxito en Netflix.