Las historias de terror necesitan una estructura dramática precisa, lograr que una historia produzca temor de forma creciente no es nada sencillo. Las más grandes películas de terror son aquellas que consiguen poco a poco que el espectador se comprometa con la historia, que le importe y que finalmente también lo asuste. Si asustar a alguien durante dos horas es una tarea muy difícil, hacerlo durante los diez episodios de una serie es una tarea titánica.
El terror en la televisión funciona bastante bien en una miniserie de dos o tres episodios o en capítulos unitarios, contando una historia nueva en cada entrega. Pero The Haunting of Hill House es una única historia contada en diez episodios de una hora en promedio. Diez horas para una historia que ya fue contada dos veces en cine -en 1963 y 1999- tomando como base la novela de Shirley Jackson. The Haunting of Hill House, escrita en 1959, recrea de forma elegante y sobria la novela gótica del siglo XIX.
La casa del título es una mansión en mal estado a la que llega un matrimonio, Hugh y Olivia (Henry Thomas y Carla Gugino) con sus cinco hijos. El objetivo es refaccionarla y venderla, obteniendo una gran ganancia en el camino. Es más que obvio que no saben lo que ha ocurrido allí ni que la casa está embrujada. En ese pasado ocurren los eventos terroríficos de la historia, en el presente el relato se desarrolla más al estilo de un drama, con los variados conflictos de los niños de la familia que han crecido.
Cada uno de los cinco hermanos –Steven, Shirley, Theodora, Luke y Nell- arrastra en su vida adulta el trauma del pasado, negando lo ocurrido, racionalizándolo a duras penas, rodeados de pesadillas que no terminan. La adicción a las drogas en un caso, el dirigir una funeraria en otro e incluso escribiendo novelas de fantasmas en otro. Al mismo tiempo, el padre de ellos (ahora interpretado por Timothy Hutton) se mantiene alejado, producto de un enojo no resuelto con respecto a los eventos ocurridos en la casa. La serie juega con saltos temporales que postergan la comprensión de cada uno de los eventos ocurridos en cada época. Esta el pasado donde se inicia la historia, que van desde la llegada a la casa hasta el momento clave de la historia; está el presente donde se resolverá el conflicto principal; y finalmente están los hechos ocurridos tiempo atrás de ese presente, en distintos momentos, pero ya con los cinco hermanos adultos, lidiando a duras penas con su vida. Tres líneas temporales principales van armando el rompecabezas de la historia. Tal vez, y como suele ocurrir con las series actuales, con más minutos de lo necesario. Tal vez, y como suelen pasar en las narraciones actuales, con más explicaciones de las que una historia de terror requiere para mantener su impacto.
Pero hay que reconocerle a la serie el esfuerzo logrado por no perderse en los golpes de efecto o en los excesos de clímax. Si cada capítulo llegar al punto más alto, la serie perdería todo su encanto. Así, renunciando incluso a un vínculo más sencillo con el espectador, prefiere tomarse el tiempo para desplegar el terror, mantener el suspenso con herramientas genuinas y, una vez más, perderse solo un poco con la psicología barata que en el fondo no es otra cosa que un adorno para esta historia.
Aunque es una versión muy libre del libro y no se parece en casi nada a las películas, The Haunting of Hill House, consigue encontrar su propio rumbo y tema. Conserva, eso sí, algunos elementos clave de la historia, en particular la legendaria escalera que nadie que se haya acercado a esta historia podría olvidar. También algunos detalles como el lesbianismo de uno de los personajes, aquí se hace más explicito. La historia tiene un armado que recién en el episodio cinco –no por casualidad- termina de armar su juego, como renovando el crédito para el resto de la serie, y entrando en una nueva etapa hasta el final.
The Haunting of Hill House es una historia de fantasmas como corresponde, con sus ingredientes de suspenso, terror y también de profunda tristeza. En ese aspecto el creador de la serie, Mike Flanagan, ha respetado el género. La historia tiene el estilo gótico de las buenas historias de fantasmas y sin lograr ser una obra maestra, termina dando un saldo positivo. Para quienes disfruten más las series que las películas, esta historia no está mal. Para quienes disfruten de la ambigüedad y la brevedad de los clásicos del cine, siempre habrá películas de fantasmas para ver. The Haunting (1963) es un excelente exponente para no dejar pasar. Tal vez, si hay segunda temporada de la serie de Netflix, se acerque un poco más a la historia original. Por ahora el final podría ser un cierre o no, hasta en ese último aspecto la serie es elegante y sobria, por encima del promedio del cine de terror actual.