La maldición del Queen Mary tenía mucho para ser una buena película de terror, pero en su afán de abarcar más de lo que puede manejar, termina no cumpliendo con ninguna de sus ideas. El RMS Queen Mary es un transatlántico británico de fama mundial que presentó servicio en el océano Atlántico entre 1936 y 1967. En su momento fue el barco más rápido en hacer ese recorrido y a lo largo de los años tuvo grandes momentos que le dieron prestigio. Actualmente el barco se encuentra en Long Beach, California, donde es una atracción turística. Pero hace ya varias décadas que se ha empezado a hablar del Queen Mary como un barco embrujado. Se lo considera incluso uno de los lugares embrujados más famosos de Estados Unidos. En base a algunas de esas historias es que se hizo el guión de La maldición del Queen Mary (Haunting of the Queen Mary, Gran Bretaña, 2023) una película dirigida por Gary Shore y protagonizada por Alice Eve, Joel Fry, Nell Hudson, Nell Hudson y Jim Piddock.
El problema mencionado es que hay dos películas en una. Ambas, claro, son historias que se cruzan, pero funcionan mejor por separado que mezcladas. Un matrimonio de fotógrafos, Erin (Alice Eve) y Patrick (Joel Fry), se embarcan junto a su hijo Lukas (Lenny Rush) en el transatlántico Queen Mary. En la película se acepta ya la idea de que se trata de uno de los lugares más embrujados del mundo y sabiendo eso la familia sube a ver el verdadero barco que está en exhibición. Pero la historia más interesante es otra, la que transcurre en 1938, donde el barco está en funcionamiento con todo su esplendor y lujo y allí, otra familia, se embarca con una finalidad que pronto conoceremos y donde los eventos terminarán en una terrible masacre.
La historia que transcurre en 1938 y que incluye las mejores escenas, logra captar el espíritu de la época y al estar filmadas dentro del verdadero barco, es mucho más fácil conseguir autenticidad. El director, Gary Shore, se divierte con su cámara y arma varios momentos memorables. Uno de los personajes de 1938 es nada menos que Fred Astaire (Wesley Alfvin) lo que le da un inesperado y a la vez intrigante toque extra de realidad. Aunque hay una esperable escena de baile, lo que más recordarán los espectadores son las potentes escenas de violencia y crimen, que por suerte no faltan.
La conexión entre el pasado y el presente no termina de funcionar, pero al mismo tiempo parece la excusa perfecta para atraer más turistas al barco. Seguro el sueño de los realizadores era generar un nuevo furor por los tours de fantasmas que el Queen Mary tiene, pero es difícil de saber si lograron su objetivo. Mucha gente no sabía, eso sí, que el Queen Mary se podía visitar, tal vez con esa información la película haya conseguido su plan comercial. Solo eso justifica la historia del presente en La maldición del Queen Mary, una película fallida en muchos aspectos pero a la que a la vez hay que reconocerle varios hallazgos. Su originalidad es innegable y muchas cosas que aparecen aquí no suelen ser comunes en la mayoría de las películas de terror. La sensibilidad de otra época muestra un camino que podría haber aprovechado mucho más.