Hay personajes históricos sobre los cuales el cine vuelve una y otra vez. Mary Stuart (María Estuardo) y Elizabeth I (Isabel I) son dos de esas figuras. Hasta su majestad John Ford dirigió a Katharine Hepburn como Mary Stuart. Cada película tiene sus peculiaridades y su estilo, pero todas tarde o temprano hablan de la lucha por el poder y los mecanismos detrás de las grandes figuras de la historia.
Mary Stuart (Saoirse Ronan) vuelve de Francia luego de enviudar y abdicar por obligación a la corona francesa. Ha decidido regresar a su Escocia natal para reclamar el trono que le corresponde legítimamente. Pero la reina de Inglaterra en ese momento es Elizabeth I (Margot Robbie) quien buscará hacer prevalecer sus derechos al trono.
La lucha de estas dos mujeres por el poder es el centro de la historia y su desenlace no está escondido, ya que la película empieza con una ejecución. Con un trabajo de maquillaje fuera de serie, la película comienza su trabajo por obtener valor con todo aquello que no es ni el guión, ni la dirección, ni tampoco las actuaciones. La atención se la lleva el mencionado maquillaje, el vestuario y la dirección de arte, además de un cuidado uso de las locaciones. Puede parecer menor todo esto, pero sin duda tiene mérito el trabajar en ese nivel de excelencia en varios rubros.
Pero quien ha visto muchas de estas películas no encontrará acá ni una sola novedad a destacar. Claro que el texto feminista es subrayado, porque aunque los anteriores films lo tenían, no creían necesario subrayarlo porque era evidente. También hay otros tantos detalles de integración pero el tener que hablar de esto significa que no hay más para comentar.