Las películas que nos formaron (The Movies That Made Us) es una serie documental que se estrenó en Netflix en el 2019 con cuatro episodios de una hora de duración cada uno. Aunque se trata de los mismos creadores de Los juguetes que nos formaron (The Toys That Made Us) asombrosamente el tono es muy diferente, así como la aproximación al material.
Los cuatro episodios con los que arranca esta serie documental son sobre Dirty Dancing, Mi pobre angelito, Los cazafantasmas y Duro de matar. No son backstages ni análisis complejos de las películas, sino un repaso de cómo fueron concebidas, la incertidumbre acerca de si podrían completarse de forma satisfactoria y finalmente el éxito descomunal de los cuatro títulos.
Los cuatro episodios se parecen mucho entre sí, porque los cuatro títulos parecían destinados al desastre (en realidad Los cazafantasmas no, pero el guión fuerza un poco de drama para darle suspenso). Hay en cada episodio mucha información, material valioso para cualquier fan de estas películas o interesado en la realización de cine.
Pero lamentablemente la realización es de una falta de buen gusto asombrosa. Todo con demasiado humor, con pequeños instantes forzados de emoción y con una narrativa que insulta el contenido de los films tratados. Demasiados chistes todo el tiempo, con todos los temas. Una notable subestimación de la inteligencia del espectador y un desprecio por las pausas o los instantes sofisticados. Sin duda una mala noticia para quien quiera un documental en serio.
Curiosamente, Los juguetes que nos formaron es un documental más profundo, serio y elaborado, aun con los chistes y los trucos efectistas berretas. Tal vez porque no se le nota, en lo que a juguetes se refiere, la ausencia de ciertos detalles de calidad. Pero aun así, nadie analiza acá las películas, solo se cuentan detalles de cómo se planificaron, se filmaron y se estrenaron las películas.
Se nota también la ausencia de ciertos materiales de archivo –en Estados Unidos si hay algo que no falta es eso- y las presencias importantes de algunas de las personas que las crearon. En Duro de matar no está Bruce Willis y en Mi pobre angelito no está Macaulay Culkin, para dar dos ejemplos. Pero peor aún, en Dirty Dancing no se llega a escuchar la canción que no solo es clave en la película, sino también en el documental.
En definitiva, una oportunidad desperdiciada de generan un producto lleno de nostalgia, información, pero también entretenimiento y calidad. Material no falta y películas tampoco. Tal vez mejores las próximas temporadas, pero no hay demasiados motivos para ser optimistas.