LO QUE VES ES LO QUE HAY
El final del film está al comienzo. Desde el primer momento conocemos el destino de cuatro de sus protagonistas: la muerte -en ese momento inexplicable- de tres de ellos y la huída del cuarto hacia el hospital. El juego entonces parece abrirse en dos direcciones: en primer lugar, la trama policial que nos llevaría finalmente a saber qué fue lo que pasó; y por otro lado, la vida privada de esas cuatro parejas que llevan adelante la trama y que, bajo las apariencias, esconden un verdadero infierno de angustia y dolor. Pero Marcelo Piñeyro, el director, nos indica escena tras escena que no tiene interés en el relato policial y que deja de lado el suspenso y el crecimiento dramático de género. Su apuesta, no exenta de riesgo, es no darle al espectador las certezas ni el entretenimiento que proporciona el género cinematográfico. Por el contrario, la angustia y la tensión social y personal parecen ser lo único que le interesa, pues apuesta exclusivamente a relatar las angustias de estos ocho personajes adultos y de los hijos adolescentes de dos de los matrimonios. Drama intimista, pero a la vez coral (protagonismo repartido entre muchos personajes) sobre las apariencias y la decadencia moral de una clase social, Las viudas de los jueves decide extender la frialdad del universo que retrata a la puesta en escena, generando en casi toda la trama una distancia que, por la el uso de la cámara y las situaciones, produce un alejamiento de los sentimientos hacia los personajes. Poco importa -casi nada- cómo fue que estos tres hombres murieron, aunque por momentos se pueda sospechar algo que finalmente no es lo que pasó. La verdad, cuando finalmente se devela, produce un efecto raro en la trama. Porque la revelación genera -intencionalmente- un efecto de escamotear la catarsis. Catarsis esperable frente al descubrimiento de una verdad postergada, o la conclusión de una acumulación de situaciones que parecían llevar hacia algo importante. Sin catarsis, y sumada a la ausencia de suspenso y trama policial, la película busca exclusivamente el drama más un paralelo muy notorio con la realidad nacional de ese momento. Sin duda es algo poco habitual generar un relato de cine industrial con esa arriesgada distancia y con la imposibilidad de crecer o compartir el dolor de los personajes. La ambigüedad de cada personaje no es sutil, sino que es más bien sorpresiva, no vemos ninguna evolución, sino cambios fuertes y repentinos. Esto es lo único que parece estar oculto en Las viudas de los jueves, el cambio interior de los personajes. El armado frío del relato, la sordidez de las situaciones, la multiplicidad de personajes, la renuncia al suspenso y la falta consciente de un clímax, hacen de la película una experiencia donde es arduo generar una identificación. Pero el film no lleva esta apuesta hasta el final, porque busca que una familia finalmente se despierte, que vea el horror y que deje atrás ese mundo de encierro a nivel metafórico y a nivel literal. Las viudas de los jueves construye un retrato social con personajes bien básicos y lineales, sumado a un paralelo político de una situación en el país. Paralelo que en verdad no suma, sino que más bien aleja el interés por la vida de los personajes. Y esa tal vez sea una buena pista acerca de la búsqueda del film. Paradójicamente, o no tanto, un relato que busca mostrar la cara oculta de un mundo, no oculta nada como película. Todo lo que se ve en un primer nivel de lectura, todo lo que se dice en los diálogos, es lo que hay. Las interpretaciones, las lecturas más allá de eso no son demasiado factibles, ya que la película no deja espacio para ello.