Extraña coproducción entre Austria y Gran Bretaña, mezcla de drama con ciencia ficción y terror, pero dentro de los códigos estéticos más estilizados del género al estilo del cine europeo de terror psicológico de los setenta. La película sigue a Alice, una madre soltera que cría plantas experimentales en una empresa que busca desarrollar nuevas especies. Ella es la responsable del exitoso último diseño de su compañía: una bella planta de gran valor terapéutico: si se encuentra en las condiciones óptimas, garantiza a quien la tenga, una sensación de felicidad. Pero un día, Alice decide ir en contra de las normas de su empresa y lleva una planta a Joe, su hijo. Esa planta que lleva a su hogar recibe el nombre de Little Joe. Ese será el comienzo de una pesadilla.
Pronto descubrirá ella y todo su equipo que las plantas no producen el efecto que ellos creen y la transformación de personalidad que sufren las personas que están en contacto con ellas las vuelve irreconocibles, incluso para sus seres queridos. Una especie de body snatchers sin efectos visuales que apuesta más a lo psicológico que al horror puro. Una dirección de arte que juega con los colores y las formas, en un entorno siempre frío y deshumanizado. En teoría todo interesante pero con un resultado al que le falta algo de fuerza para mantener el suspenso y la tensión.