Llamas de venganza (Ojos de fuego/Firestarter) es un film de género fantástico y terror con un fuerte subtexto político. La niña protagonista, Charlene “Charlie” McGee (Drew Barrymore) tiene nueve años y posee poderes especiales como sus progenitores. Andy (David Keith) y Vicky (Heather Lockear) se conocieron en un experimento en el cual se les suministraba a los voluntarios una dosis de alucinógeno. El experimento, imprudente y peligroso, termina en desastre, pero Andy y Vicky se enamoran y forman una pareja de donde nació Charlie. Andy tiene la capacidad de dominar la mente de otras personas y Vicky puede leer sus pensamientos. A su vez, Charlie es capaz de producir un cambio de temperatura a su alrededor y provocar incendios puntuales. Pero una agencia asociada al gobierno quiere usar a la niña como un arma y sale a buscarlos sin importar que deben hacer en el camino
Llamas de venganza es una de las muchas adaptaciones de Stephen King realizadas en la década del ochenta. Se basa en un libro suyo de 1980 y forma parte de un verdadero furor por el escritor que abarcaría dos décadas completas en el cine y la televisión. Está producida por el legendario productor italiano Dino De Laurentiis, quien produciría un total de seis adaptaciones de Stephen King en la pantalla grande. Hay tres responsables de la autoría del film.
El escritor, Stephen King, creador de la historia, quien no escribió el guión y siempre rechazó el resultado final. Lejos de estar ausente durante el proyecto, el autor formó parte del proceso y parecía a gusto, por lo cual muchos se sorprendieron del cambio de opinión. El otro responsable es el mencionado productor, famoso por proyectos con muchos actores conocidos, presupuestos acotados y resultados terriblemente desparejos. De Laurentiis produjo varias obras maestras, muchos films de gran importancia y también un gran número de proyectos famosos por sus fallas o desastrosos resultados. Y el tercer autor de la película es su director Mark L. Lester es un director de segunda línea que tuvo en la década del ochenta su momento de gloria, para luego caer definitivamente en un cine malo de muy bajo presupuesto.
Dino De Laurentiis, como era habitual en él, quería actores importantes y prestigiosos, si fuera posible ganadores del Oscar. Por supuesto que para roles secundarios, la mejor manera de subir el valor de la película sin pasarse de presupuesto. Por eso aparecen en roles pequeños Art Carney y Louise Fletcher, ambos ganadores del premio de la Academia y nada menos que George C. Scott, en un siniestro rol de villano. Lujos actorales para una película que no necesitaba tanto. También está Martin Sheen, cuya carrera estaba en un gran momento y ya había trabajado con el productor en La zona muerta (1983) de David Cronenberg. Y hay que sumar a Freddie Jones y Moses Gunn, ambos rostros conocidos en aquel momento. Para la familia, Heather Lockear, hacía su debut cinematográfico y David Keith era recordado por interpretar al mejor amigo de Richard Gere en Reto al destino (1982). El rol más complicado era el de la niña, aunque luego de su espectacular papel en E.T.: el extraterrestre, Drew Barrymore era la elección más inteligente.
La película tiene grandes actores y una buena historia, pero no encuentra la manera de darle, en particular desde la dirección, un estilo visual o una narración atrapante. Insólitamente, el primer director elegido era John Carpenter, pero debido al recibimiento tibio de The Thing (1982) se lo dejó de lado. Llamas de venganza ha quedado muy relegada en la historia del cine y The Thing se transformó en un absoluto film de culto venerado por generaciones. La película tiene escenas particularmente violentas y efectos especiales muy bien resueltos. Ambas cosas resultan atractivas pero no son suficientes para llevar a la película al siguiente nivel. En una época donde hubo muchos films donde los protagonistas tenían poderes mentales Llamas de venganza solo queda como parte de esa moda. Debido a que es una adaptación de Stephen King y tiene buenos actores, su nombre aparece una y otra vez, dándole una importancia que de otro modo no habría tenido. La historia sigue siendo buena y ningún admirador del escritor debería perdérsela.