Peliculas

Los Ángeles de Charlie

De: Elizabeth Banks

La tentación frente al resurgimiento de una franquicia es hacer un minucioso repaso del origen de la misma y un recorrido por todas las versiones. Pero cuando el resultado es, como en este caso, pobre y sin identidad, se vuelve un poco inútil el esfuerzo. El fracaso rotundo en la taquilla es posible que impida una secuela y habrá que esperar unos diez años para que se vuelva a lanzar la idea como si no hubiera pasado nada.

Igual hagamos un repaso no minucioso por Los ángeles de Charlie. La serie de televisión original tuvo cinco temporadas. Se emitió en Estados Unidos desde 22 de septiembre de 1976 hasta el 24 de junio de 1981. La voz de Charlie Townsend era del actor John Forsythe, Bosley lo interpretó David Doyle durante las cinco temporadas y las estrellas de la serie fueron variando. Sabrina Duncan (Kate Jackson), Kelly Garrett (Jaclyn Smith) y Jill Munroe (Farrah Fawcett) eran los tres ángeles originales. Tres mujeres que dejaron de ser policías para convertirse en investigadoras privadas en la agencia de Charlie. Luego de la primera temporada Fawcett se fue y entró en su lugar Kris Munroe, la hermana menor de Jill, interpretada por Cheryl Ladd. En la cuarta temporada se fue Sabrina y en entró Tiffany Welles (Shelley Hack), quien solo trabajó una temporada y fue reemplazada a la vez por Julie Rogers (Tanya Roberts).

La serie era bastante disparatada y la idea básica era ver a tres mujeres bellas en diferentes situaciones de acción, pero también explotando esa belleza en situaciones que fueran del agrado del público masculino. Una mezcla un tanto ambigua entre feminismo y machismo que fue la marca de fábrica en las cinco temporadas. No se trató jamás de una serie prestigiosa, pero sí una que quedó en el imaginario popular de forma indiscutible.

En el año 2000, y producidas por Drew Barrymore se hicieron dos películas. Los Ángeles de Charlie (2000) y Los Ángeles de Charlie Al límite (2003). La propia Barrymore protagonizó amas películas junto a Cameron Díaz y Lucy Liu. Se discutió mucho sobre la calidad de ambos films, pero sin duda habían encontrado un estilo y un tono. La idea de Barrymore fue poca violencia pero mucha acción. Humor absurdo, casi al borde del musical. En general fue mejor recibida la primera película de las dos, pero a mí me gusta mucho más la del 2003.

En esta nueva versión se buscó dar un giro potente al espíritu de la serie y las películas. Las escenas de acción son espectaculares, violentas y con una enorme cantidad de armas de fuego. El proyecto, cuya máxima artífice es Elizabeth Banks, busca adaptarse a los tiempos que corren. Banks es acá directora, productora, guionista y también interpreta a una Bosley (Bosley es un cargo dentro de la organización, ya no el nombre de una única persona). Las protagonistas son Kristen Stewart, Naomi Scott y Ella Balinska. También están Patrick Stewart, Djimon Hounsou y muchas sorpresas, en particular al final de la película. Todo este nuevo paquete viene de la mano de un subrayado del poder de la mujer. Pero lo que pudo ser su mayor diferenciador, termina siendo uno de sus peores defectos.

Desde la escena inicial los diálogos dejan evidencia que se trata de una defensa de la mujer, de su fuerza, su inteligencia, su solidaridad, su hermandad en un mundo de hombres. Un discurso que se que ha visto varias veces en el cine, aunque no tantas como hubiéramos querido. El problema es que acá se lo pone de manera forzada, demasiado subrayada, deteniendo la acción, como un cartel de luces en medio de la pantalla. Una pena, porque las protagonistas podían dar a entender lo mismo simplemente con un buen guión y una buena narrativa. Y sí, este es un mundo machista en el cual cuando fallan esta clase de proyectos el ataque es doblemente fuerte. El público le da la espalda a la película porque no funciona, más allá del rechazo a las historias de acción con mujeres. Si la película fuera buena, su fracaso habría sido una pena, pero no funcionando a ningún nivel hasta es saludable que no obtenga una buena respuesta. Nunca encuentra el tono, no consigue decidirse por la violencia, el disparate o la comedia. Y su feminismo forzado es producto de una sola cosa: falta de convicción. Cuando las películas no están convencidas del discurso, a veces pueden quedar expuestas. Muchos ejemplos de lo contrario existen en la historia del cine y seguramente habrá más. Por ahora Los ángeles de Charlie no ha conseguido un regreso con gloria.