Cine Clasico

Los bicivoladores 1 y 2

De: Brian Trenchard-Smith

Aunque todos los que hacen películas esperan que sean bien recibidas por su público, el destino de cada largometraje es incontrolable. Cuando se estrenó BMX Bandits en 1983, nadie podía prever que pasaría con este título subido al fenómeno ascendente del BMX. La película se conoció en muchos países de habla hispana como Los bicivoladores y en el caso de Argentina fue un éxito de taquilla descomunal. También triunfó en muchos otros países, incluyendo aquel en el cual fue realizada la película, Australia. Así que Los bicivoladores (BMX Bandits, Australia, 1983) logró meterse en la historia del cine y potenciar a su vez ese interés por el BMX. La venta de estas bicicletas, la práctica profesional, pero sobre todo la de los aficionados se disparó con el estreno de este film. Un repaso por esta película y su “secuela” permiten poner en su lugar ese recuerdo nostálgico y no siempre preciso de una de las películas no norteamericanas más populares de los ochenta.

Los tres bicivoladores del título son P.J., Goose y Judy. Una triángulo romántico que no llega nunca a concretarse pero del cuál se habla a lo largo de la trama. P.J. es el galán (interpretado por Angelo D´Angelo), Goose es el gracioso ingenioso (James Lugton) y la chica intrépida es nada menos que Nicole Kidman, en el comienzo de su carrera. Otro de los motivos por los cuales la película sigue siendo citada hoy es, justamente, la presencia de la estrella internacional cuando todavía era una adolescente. Un incidente con las BMX la deja a Judy sin trabajo y para conseguir el dinero para que ella tenga su rodado, los tres salen en un bote a la costa a pescar berberechos y reunir así la plata. Pero se cruzan con una caja con los walkie-talkies que una torpe banda de asaltantes de banco le ha robado a la policía. Lo que parecía una aventura de verano se transforma en una historia con criminales, policías y muchas acrobacias con bicicletas.

El motivo por el cual vale la pena ver una vez más esta película es el hecho de que es una película de Brian Trenchard-Smith, un prolífico director australiano de cine de explotación, representante perfecto de lo que se conoció años más tarde como ozploitation, a partir del documental Not Quite Hollywood (2008). Quentin Tarantino ha expresado el respeto y la admiración por Brian Trenchard-Smith, aunque no particularmente por Los Bicivoladores. El director decidió aquí hacer una película familiar, con un tono liviano, pero con las constantes del cine de bajo presupuesto e ideas locas que caracterizó a Australia en esos años. La película brilla cuando es un delirio y se apaga cuando intenta ser más estándar. La manera en la que está filmada parece un homenaje, por momentos, al estilo salvaje de Mad Max (1979) el más famoso de los ozploitation. Pero todo es liviano, simpático y bastante ridículo.

El éxito en Argentina fue tan grande que generó una moda de BMX fuera de control e incluso la participación de expertos y no tan expertos en programas de televisión. En 1987, incluso, llegaron a ser incluídos en la película Johnny Tolengo: el majestuoso, protagonizada por Juan Carlos Calabró. Las escenas de estos jóvenes ciclistas son muy pobres, incluso en cámara rápida. Pero el humor de la película australiana no era muy sofisticado tampoco. El clímax de la película, con muchas espuma en la ruta, es una homenaje al cine slapstick del cine mudo y las comedias de los sesenta, tanto las americanas como las británicas, donde niños o adolescentes eran perseguidos por malhechores y resolvían una trama policial. 

Unos años más tarde se dio a conocer una supuesta secuela llamada Los bicivoladores 2, cuyo título original era Rad y también fue conocida como Hell Track. No solo no era australiana esta película de 1986, sino que además tampoco era una secuela. Hay BMX más profesional que en la película anterior, pero no existe conexión alguna entre ambas. El protagonista (Bill  Allen) desea competir en una durísima carrera de BMX en su pueblo natal, al que llegarán los mejores corredores. Se enamora de una ciclista (Lori Loughlin) y sueña con conseguir un triunfo a pesar de tener todo en contra. La película está dirigida nada menos que por Hal Needham, legendario doble de riesgo devenido en director, autor de dos maravillas de la década del setenta: Smokey and the Bandit (1977) y Hooper (1978). Acá el BMX está mucho mejor filmado y tiene escenas de carrera bastante efectivas, pero en general la película es muy pobre, con diálogos imposibles y un elenco fallido, a pesar de la presencia de Ray Walston y Talia Shire. Como su predecesora, y vaya uno a saber porqué, esta falsa secuela también ha adquirido categoría de película de culto.