La secuencia de títulos de la película muestra que estamos frente a un realizador con ideas y con ganas. Es una toma subjetiva donde vemos unas manos revisando un escritorio de otra época. Cada nuevo elemento que descubre, cada papel, cada cajón, es una excusa para que aparezcan los nombres de los que hicieron la película. Es ingenioso, no se agota y llega hasta el final de la pequeña secuencia de forma divertida. Alguien ha visto cine y alguien, contra toda moda, mira hacia estéticas y recursos de otra época.
La película lo confirma. Esta comedia de enredos que parece inspirada en las comedias de Peter Bogdanovich, nunca deja de buscar un buen gag y en cada situación muestra un intento de comedia de enredos clásica. Claro que cuando hablamos de Bogdanovich hablamos de la línea Howard Hawks y las comedias de enredos que el maestro realizó a lo largo de su carrera. El presupuesto y el entorno no son de Hollywood clásico, pero igual se nota la inspiración de los años más veloces del cine.
José María es un joven que se ha separado hace más de un año. Nosotros asistimos al que es su último día en su trabajo en un lugar que no le gusta, con excepción de una compañera de oficina que le gusta y a la que no se ha animado a invitar a salir. Cuando finalmente concreta la cita desde un teléfono público (estamos a mediados de los noventa) se prepara para la gran noche. Pero cuando vuelve a su casa se encuentra con que sus amigos lo esperan para festejar. José María acepta imaginando un pequeño brindis con sus tres compinches y luego ir a la cita. Pero ese será solo el comienzo de una cantidad de enredos que irán poniendo en peligro el plan de José María.
No vamos a contar cuantos inoportunos hay en la historia, pero sí que los personajes son originales, divertidos y que el guión, más allá de algún detalle, está muy bien armado. Los actores obedecen a las intenciones del director que buscó, se nota, un estilo sobrio propio de la comedia americana. Todo el largometraje tiene estética de cine de los estudios, con decorados e iluminación en esa línea. Este es el primer largometraje de Ismael Zgaib, cineasta rionegrino que estudió en Córdoba y siguió sus estudios en Canadá. Hay mucho camino por recorrer acá, pero este trabajo inicial es muy prometedor.