Los marginados (The Outsiders, 1983) significa para muchos el comienzo de una etapa menor dentro de la carrera de Francis Ford Coppola, aunque como suele ocurrir estos siempre son términos relativos a la hora de la evaluación artística de las películas. Sí está claro que se trata de un título en el cuál Coppola baja bastante sus ambiciones y vuelve a un proyecto de menor presupuesto como los del comienzo de su carrera. Recordemos que con un Oscar bajo el brazo por el guión de Patton (1970) el director comenzó una década del setenta prodigiosa con cuatro clásicos indiscutibles: El padrino (1972), La conversación (1974), El padrino II (1974) y Apocalypse Now (1979). Sintiéndose el rey del mundo se lanza a la realización de un film raro, caro e innovador, el musical Golpe al corazón (One from the Heart, 1982) que termina siendo el más estrepitoso fracaso comercial de su carrera, pero no el último. La primera reacción fue buscar proyectos menos costosos y con menor riesgo estético. Una vez más, esto será discutible en algunos aspectos, pero Los marginados es la adaptación de un libro conocido y querido por los estudiantes en Estados Unidos. De hecho la película tiene un agradecimiento a una profesora y sus alumnos, quienes le enviaron una copia de la novela y una carta diciéndole porque debía filmarla.
El protagonista es Ponyboy Curtis (C. Thomas Howell) un adolescente de catorce años de clase baja que vive en Tulsa, Oklahoma, en 1965. Ponyboy forma parte de una pandilla, los Greasers, donde también están sus hermanos, Sodapop (Rob Lowe) y Darry (Patrick Swayze), los tres hermanos viven juntos y sus padres murieron en un siniestro vial. El resto de la pandilla lo conforman Dallas (Matt Dillon), Steve (Tom Cruise), Two-bit (Emilio Estevez) y Johnny (Ralph Macchio) el mejor amigo de Ponyboy. A ellos se oponen los Socs, la banda de los jóvenes de clase alta del otro lado de la ciudad. Esa rivalidad de clases tendrá una disputa extra cuando los Greasers se crucen en el autocine con Cherry Valance (Diane Lane) y su amiga, dos chicas de clase alta con las que Ponyboy y Johnny se llevan bien luego del acoso torpe de Dallas.
Los verdaderos protagonistas son Ponyboy y Johnny, quienes son capaces de ver la existencia de un mundo más allá de los conflictos de su pequeño espacio. Ponyboy es una versión de Moraldo, el personaje de Los inútiles (1953) de Federico Fellini. Es aquel que tal vez tenga una chance de ir más allá del encierro al que parecen estar todos destinados. Y Johnny es el personaje inseguro y atormentado que interpretaba Sal Mineo en Rebelde sin causa (1953), una película con más de una referencia en Los marginados. En definitiva se trata de los conflictos juveniles, en este caso basados en la novela de Susan E. Hinton, supervisora de la película y presente durante todo el rodaje. La propia Hinton era adolescente cuando publicó The Outsiders en el año 1967. Son los dos protagonistas los que entienden que están atrapados y tal vez por eso tienen un comportamiento qué va más allá de los eventos cotidianos. Encuentran, cómo pueden, un heroísmo que es todo lo opuesto a la vida de delincuencia y marginalidad a la que parecen estar todos empujados.
Aunque la película es poco valorada en comparación con la carrera previa de Coppola, su ambición no es menor. Sus búsquedas estéticas buscan, sin pasarse de rosca, una evocación del cine clásico de Hollywood. Por ejemplo Lo que el viento se llevó (1939) que es el libro que leen en la película y que es citado en la aparición en la pantalla del título hasta los atardeceres que son claves en la mirada que los personajes van desarrollando del mundo. La mencionada Rebelde sin causa y otros largometrajes que le dan a Los marginados muchos momentos de bello artificio hollywoodense en medio de una trama social. Coppola juega con su cámara y dota de identidad a una película que podría haber sido irrelevante sin su presencia. También hay citas más gratuitas, como llamarle Cherry Valance al personaje de Diane Lane, el nombre que tenía el personaje de Joh Ireland en Río Rojo (1948). La melancolía crepuscular de estos jóvenes plantea también la posible decadencia a la que el realizador se enfrentaba en ese momento. La frase leitmotiv de “Stay gold” marca esa lucha por los personajes por no perder el alma joven que poseen. Si la película es fuerte estéticamente al comienzo, hacia el final tiene una potencia dramática y una emoción producto del guión, el propio Coppola y sus grandes actores.
Porque además de todo, Los marginados es un show de estrellas jóvenes. Todos tuvieron un ascenso después de la película, por lo que cinco años más tarde hubiera sido el casting más caro de conseguir. Si bien de todos ellos sólo uno quedaría instalado como estrella clase A por las siguientes décadas, obviamente Tom Cruise, el resto tuvo un esplendor el años posteriores a este largometraje. Verlos tan jóvenes todos juntos consigue hoy el raro efecto que se conecta con el tema de la película. Siempre un clásico puede producir cierta melancolía, pero uno con tantas estrellas jóvenes potencia aún más ese sentimiento.
La película fue un éxito de taquilla moderado y Coppola quedaría tan satisfecho con Hinton que adaptaría otro de sus libros, Rumble Fish, cuyo título en Argentina fue La ley de la calle (1984). Esa película tiene elementos en común con Los marginados, empezando por su protagonista, Matt Dillon, pero también por el tema de las pandillas. Mickey Rourke interpretaba al otro personaje central y la película, no muy exitosa, se terminó convirtiendo en una auténtica película de culto, conformando un díptico Susan E. Hinton, Francis Ford Coppola y Matt Dillon.
El estudio, Warner, le pidió una duración menor para la película y Coppola tuvo que aceptar. Aunque todo el mundo conoce la versión de Los marginados de noventa minutos, hay otra que dura veinte minutos más. Si se presta atención, hay algo acelerado en el comienzo de la narración, pero las alteraciones posteriores nadie que no haya leído el libro podría ni sospechar. Los fans de la novela le escribieron durante años a Coppola por esos cortes, pero a este no le preocuparon hasta que se dio cuenta que su nieta, que estaba leyendo el libro, quería que toda su clase viera la película. Ese fue el puntapié para que Coppola decidiera, como con varias de sus películas, realizar un montaje recuperando veintidós minutos de película. Es verdad que hay personajes con poco desarrollo, pero los principales están impecables. Si C. Thomas Howell encuentra acá el gran papel de su carrera, más logrado aun está Ralph Macchio. Todos lo quieren por ser El Karate Kid (1984) pero Johnny es posiblemente el más emocionante de sus roles. El propio actor lo considera su favorito. Quien haya visto una vez en su vida Los marginados no podrá olvidarlo jamás. Podrá ser una película menor de Coppola, pero aún así es un auténtico clásico.