Un grupo de amigos que disfrutan de un fin de semana roban un par de motos de agua para dirigirse al mar pero terminan teniendo un accidente y quedan varados en el medio del agua, lejos de todo y sin que nadie sepa que están allí. Uno de ellos está herido y deben encontrar la manera de volver a la lejana costa. Sin embargo, ese será pronto el menor de sus problemas, ya que hay en el agua una amenaza mucho peor.
Cuando en 1975 Steven Spielberg estrenó Tiburón, el terror acuático se transformaría directamente en un género. Cuánto depredador de agua pudiera usarse para tener un éxito, fue usado. Hubo de todo y aún hoy aparecen películas como Mar de sangre (Shark Bait, Reino Unido, 2022). Este título responde a otro subgénero de moda: protagonista atrapado en una situación extrema, aislado de todo, intentando sobrevivir sin ayuda de nadie. Mar de sangre es una película que lleva este concepto a la moto de agua y nada más.
Las posibilidades de que sea recordada dentro de unas semanas -o que al menos pueda diferenciarse de otros títulos de tiburones- son bastante escasas. Tiene un costado sangriento y brutal que recuerda a las variantes italianas del cine de animales salvajes, pero en promedio es irrelevante. Su título alternativo: moto de agua, debería ser el de estreno, porque eso es lo único diferente que tiene al resto de las películas.