Desde que tengo uso de razón que conozco la historia de Frankenstein. Desde muy pequeño recuerdo el comienzo espeluznante de la película de 1931 protagonizada por Boris Karloff. Esa presentación era el productor hablando y anunciando lo que íbamos a ver. Eso ya me producía terror. Luego venía la película, claro, una de las muchas que vi, todas basadas en el extraordinario libro de Mary Shelley Frankenstein o el moderno Prometeo. Pasaron los años y nunca otro Frankenstein pudo instalarse en mi mente como el del primer film que vi y ninguna criatura tuvo chance alguna de competir contra Boris Karloff. Primero vi películas, luego leí el libro. Ya sabía de las libertades que se habían tomado en el cine con respecto al texto original. Jamás me preocupó, porque más allá de las ofensas puntuales siempre es divertido ver algo diferente a lo que se ha leído. Sin embargo, debo admitir, que cuando me senté a leer Frankenstein el impacto fue absoluto. No recuerdo otro libro que provocara en mí el nivel de apasionamiento que surgió al leer la novela. Fue como descubrir de nuevo la historia, fue entender todo desde un nuevo lugar. Lugar que también me permitió comprender mejor la película de 1931, llena de sutilezas que me habían pasado por alto.
Admirar el libro lleva, más tarde o más temprano, a interesarse por la figura de Mary Shelley. No es necesario conocerla para valorar la novela, por supuesto, pero despierta curiosidad su historia y en particular aquella en la que se cuenta como Lord Byron, Percy Shelley, Mary Godwin (que comenzaría a llamarse Shelley a partir de ese momento), Claire Clairmont y John William Polidori convivieron en Villa Diodati, una mansión ubicada en Colonia, Suiza. De aquella época surge el desafío de escribir relatos de terror y lo que sería el nacimiento de la novela por la que Mary Shelley entraría para siempre en la historia. El cine se ha visto fascinado por este momento y lo ha retratado en varias ocasiones, incluso en La novia de Frankenstein (1935) donde Mary Shelley era interpretada por Elsa Lanchester, quien en la película al final interpretaba a la novia del título. En esta ocasión la actriz es Elle Fanning, que sin duda es lo sostiene la película. Más allá de su conexión o no con la verdadera, su personaje resulta creíble, con sus temores, sus dudas, con la carga de una familia de intelectuales importantes y él amor por un famoso poeta. Mary está a punto de ser mucho más famosa y prestigiosa que cualquiera de los que la rodean, y sin embargo ella todavía no lo puede ni imaginar. Ese también es el gran encanto de la película. No quedarse solo en el momento de la creación del libro sino también en toda la historia previa de la escritora.
Mary Wollstonecraft Godwin fue la hija William Godwin y nada menos que de Mary Wollstonecraft la autora de Vindicación de los derechos de la mujer (A Vindication of the Rights of Woman: with Strictures on Political and Moral Subjects, 1792) una de los primeros escritos feministas de la historia. Su pasión por la literatura y su culpa por la muerte de su madre a poco tiempo de haberla tenido marcan, según la película, todas sus acciones. La película tiene una narración clásica completamente convencional, aprovechando las posibilidades estéticas que da la reconstrucción de época de comienzos del siglo XIX, pero sin buscar nunca despegarse de un relato naturalista, con pequeños detalles pero todo dentro de una biografía realista. Esta aclaración es pertinente porque en 1986 el desatado realizador Ken Russell film Gothic, una película tan delirante como todo su cine en la cual contaba la historia de la creación del libro tomándose otras libertades estéticas y narrativas. A pesar de eso, ambos films coinciden –salvando grandes distancias- en un retrato de los personajes que se nota parte del mismo lugar. Solo algunos subrayados cómicos en esta versión de Haifaa al-Mansour la conectan con el espíritu alocado de Gothic, aunque no sabría con certeza si se trata de humor intencional.
A pesar de ser una película de una gran belleza, a Mary Shelley le cuesta bastante encontrar un lugar donde convertirse en una gran película. Sin duda la actuación Elle Fanning es lo más poderoso que tiene y hacía el final consigue la película encontrar su tono y emocionar. Por encima de todas las cosas, emociona ver a la gran Mary Shelley conseguir su objetivo. Ver cuánto costó que la novela que tanto amamos llegara a ver la luz es algo conmovedor. En ese momento la historia alcanza su punto más alto y es justamente cuando llega a su fin.