Cine Argentino

Matadero

De: Santiago Fillol

Matadero es una película ambiciosa, con ideas y con ganas de construir un relato sofisticado. Conviven momentos brillantes con otros que son tan antiguos como el cine moderno de hace cincuenta años atrás. Se pelea con el clasicismo en la narración pero también en los diálogos. Aún con todas las cosas que se le pueden criticar, se trata de una película en serio. Mucho esfuerzo para llegar a un resultado por debajo de lo que podría haber sido.

La película comienza con la función de una película inédita cuyo rodaje es de décadas atrás. Antes de la función hay una protesta contra el director, reclamándole por eventos trágicos ocurridos en la fatídica filmación. No sabemos qué fue lo que pasó, pero sí que hubo muertos. Años más tarde, la herida no ha cerrado y el director, que supo ser un autor de culto, ahora exhibe aquel largometraje frente a un público que se acerca al film maldito. Por supuesto, lo que sigue es un viaje al pasado donde descubriremos lo que pasó.

El rodaje transcurre en 1974, cuando el gobierno peronista inicia el proceso de represión y militarización de la República Argentina. Ha llegado al país el cineasta norteamericano Jared Reed tiene una obsesión: realizar una adaptación de El matadero, el texto de Esteban Echeverría. La narradora de la historia es Vicenta, una joven asistente de dirección que ha conseguido que su estancia familiar sea el lugar de rodaje. Reed, lleno de las ideas que se consideraban de vanguardia en aquellos años. Vicenta está fascinada por la obsesión del realizador y sus decisiones, que incluyen mezclar actores militantes con verdaderos peones de campo, forzando al límite el enfrentamiento entre ambos y llevando los temas del libro al rodaje.

La película de Reed, ya lo sabemos, ha terminado en desastre, pero la película del director de Matadero busca reflexionar sobre la política argentina de la década del setenta. Lamentablemente sus recursos ya fueron usados muchas veces y la necesidad del discurso en los personajes vuelve todo demasiado retórico y finalmente poco efectivo como lenguaje cinematográfico. La fotografía de la película y varias decisiones estéticas nos invitan a ser más exigentes con el resto del material, que se queda por debajo de las búsquedas estéticas del director, incluyendo el coqueteo con varios géneros cinematográficos.