Película basada en las memorias de la mejor amiga de Ana Frank, Hannah Goslar, desde la ocupación nazi a los días de los campos de exterminio. Siendo Ana Frank una de las personalidades más conocidas del siglo XX y su libro El diario de Ana Frank uno de los más populares, no es raro que se quiera volver su figura una y otra vez. La misma historia de Frank, sus días escondida y su legado literario son en sí mismo un relato que no deja indiferente a nadie. Siempre, por supuesto, está el lado comercial, el nombre de la joven víctima del nazismo es un imán que trae a gente de todo el mundo. Pero en este caso es más el amor por Hannah Goslar que por Ana Frank lo que anima el proyecto y el deseo de los realizadores de terminar lo más rápido posible para que la propia protagonista pudiera ver la película. Cosa que lograron, vale la pena aclarar.
Para los que de Ana Frank solo conoce su escondite, el nombre actual de su libro y las fotos que circulan de ella, tal vez esta película les aporte algo de sorpresa. El interés por la sexualidad de Frank no es algo sobre lo que se ponga el énfasis y de hecho hubo dos versiones de su texto, porque en sus diarios figuraba este elemento. Para no ofender a los más conservadores y mantener el testimonio principal, el libro circuló con algunos fragmentos censurados. Claro, la Ana Frank de la película no está escondida y la mezcla de emoción y tristeza que esto provoca es inevitable.
Pero la historia no termina de despegar de la información. De hecho al terminar aparecen tantos carteles con explicaciones que uno se pasa un rato leyéndolos. No quisieron que nada quedara afuera. La película es pequeña, dura por momentos, pero no tan desactualizada como uno pudiera imaginar. En épocas donde las banderas y las ideas nazis vuelven a verse, un recordatorio de este tipo que muestra una parte de la monstruosidad que los nazis llevaron adelante nunca está de más.