La imagen de Macaulay Culkin en Mi pobre angelito (Home Alone) es una de las más conocidas del cine de la década del noventa y aun hoy sigue estando presente en el imaginario de los espectadores de cine. 1990 se estrenó esta película escrita por el enorme John Hugues y dirigida por Chris Columbus. En 1992 tuvo una secuela y luego, ya sin Culkin, se siguieron haciendo films sobre el mismo concepto. Mi pobre y dulce angelito (Home Alone, 2021) es la sexta entrega de esta serie y en algunos aspectos intenta ser respetuosa de la historia original, con la que está indirectamente conectada por la aparición del hermano mayor de Kevin McCallister. Lo de ser respetuosa termina con las referencias, porque por lo demás es más bien un insulto. No es la peor, está claro, pero nunca deberían hacerse más de dos largometrajes. Incluso los dos originales eran simpáticos para ver en casa, pero no eran maravillas del cine tampoco.
Mi pobre angelito y Mi pobre angelito 2 se basaban en una premisa absurda y se sostenían por un elenco de grandes actores. Kevin McCallister interpretado Macaulay Culkin, desde luego, pero las verdaderas estrellas eran Joe Pesci y Daniel Stern, los villanos mezcla de Coyote y Los tres chiflados. Y la mamá de Kevin, claro, era Catherine O´Hara, un lujo actoral extra. Acá el nivel actoral desciende notablemente y nadie se siente del todo cómodo en su rol. Archie Yates es el protagonista. Este joven actor es recordado por ser el amigo del protagonista en la película Jojo Rabbit (2019) que fue su film debut. Es un actor espectacular, pero no termina de encajar con el personaje. Los villanos, que no son tal, marcan una vuelta de tuerca para esta nueva versión que le quita toda la gracia a la historia. Se extraña y mucho a Pesci y a Stern.
Pero lo malo de este sexto film es que el mundo del streaming parece el más lavado y aburrido que haya existido. A la película le lleva casi cuarenta minutos tener un chiste aceptable y aunque copia todo lo que puede del film original, cada vez que aporta algo nuevo se desbarranca sin remedio. Un guión lamentable que aporta demasiado sentimentalismo y le quita toda gracia. Solo hay quince minutos de acción fuerte, golpes contundentes y locura. Son quince, ni uno más, y allí la película parece despertar. Luego desciende al infierno de las explicaciones, la buena voluntad y la ausencia de villanos. No hay más villanos, no hay más cosas malas, no hay drama, no hay conflicto, no hay más cine.