Mufasa: El Rey León (2024) es un hermoso y entrañable resumen de todo aquello que está mal en el cine actual y las aberraciones tibias y tenues de las que los estudios son capaces con tal de exprimir hasta la muerte cualquier cosa segura. El cine no se ha quedado sin ideas, esto es imposible, lo que es más difícil es que ganen espacio ideas que conllevan algún tipo de riesgo. Mufasa es una precuela metida dentro de una secuela, ya que toda la historia es un largo flashback que cuenta la historia del personaje del título.
Se trata de un derivado de la remake live action del clásico de Disney de animación de 1994. Irónicamente, esta moda nefasta del live action de todos sus clásicos se encuentra en las dos películas de El Rey León con una incongruencia: la película es de animación, no un live action. Animación hiperrealista, claro, pero animación al fin. Y también hay que decir que los animales nunca se vieron tan mal como cuando se los sumerge en esta digitalización que no por cara se ve bella o atractiva. Los únicos que más o menos se ven lindos son los cachorros, que parecen estar hechos en diez segundos con una Inteligencia Artificial.
Pero claro, la desgracia no estaría completa si no fuera por las canciones. Dios nos libre y nos guarde de estos animales digitales, lavados e inverosímiles que además creen pertinente ponerse a cantar. También hablan más de un idioma, como todo animal que desee triunfar en el Hollywood actual. Mayormente inglés, pero colocan algunas expresiones de regiones africanas para quedar bien étnicos. La mayoría de los espectadores la verán, de todas formas, en el lenguaje al que ha sido doblada en cada país. Tampoco está en el original James Earl Jones, que se había retirado de la actuación poco antes del rodaje de Mufasa y muy cerca de propia muerte. La película le realiza una dedicatoria especial al comienzo.
El realizador de Mufasa: el Rey León es Barry Jenkins, un director al que la suerte le pegó de frente años atrás, con su película Luz de luna (Moonlight, 2016). Este largometraje pequeño e irrelevante se encontró ganando uno de los peores premios Oscars a Mejor Película jamás entregados. Pero lo que hubiera pasado al olvido en un instante se hizo famoso cuando por error se le entregó primero el premio a La La Land, una película que lo merecía mucho más. Este traspié convirtió los 15 segundos de fama que el director merecía en 15 minutos y la posibilidad de seguir su carrera con un premio encima. Ahora, con Mufasa toda esa supuesta calidad artística se demuestra que no era tal. El director independiente ha sido perfectamente domesticado por el sistema y esclavizado por los estudios Disney. Posiblemente no le importe a nadie, porque el director es lo menos relevante de Mufasa.