Disney decidió realizar todos sus clásicos de animación en formato con actores. Live action de aquellos clásicos de todos los tiempos. Uno tras otro, todos en fila, con mayor o menor éxito, con aciertos y errores, pero con la idea final de que no han podido aportar nada nuevo a ninguno de todos esos títulos. Nada nuevo, nada positivo, nada rescatable, así debería decir el afiche de Mulan (2020) la versión con actores de un clásico de animación de Disney que es a su vez un clásico del cine oriental. China le ha dedicado varias versiones y todas tienen su propia identidad. La marca de esta nueva versión es su falta absoluta de identidad, su pobreza dramática, su naturaleza de autómata sin gracia.
Para occidente Mulan (1998) fue descubrir un gran personaje. La joven que decide disfrazarse de hombre para ir a pelear en lugar de su anciano padre, era una gran historia y la protagonista era una heroína femenina que no estaba tan a la moda como ahora. Mulan se convirtió en una película muy querida gracias al personaje principal. Quienes podían sorprenderse por las canciones, deberán recordar que los primeros dos films sonoros sobre Mulan también era musicales. Una primer acercamiento en 1939 y la muy conocida versión de 1964. Lady General Hua Mulan (Hong Kong, 1964) era una especie de ópera muy divertida y la base del imaginario de dicho personaje. Pero si un film de animación de 1998 parece poco impactante y una película de Hong Kong de 1964 demasiado distante en el gusto actual, bastaría acercarse a la poderosa y espectacular Mulan: Legendary Warrior (Hua Mulan, 2009) una coproducción entre China y Estados Unidos que perfectamente podría tomarse como la versión de esta nueva generación. En estos dos últimos dos años aparecieron varios títulos, pero ninguno mejor que el del 2009.
Esta nueva versión de Disney tiene una característica difícil de conseguir pero imposible de sobrellevar: no tiene nada que la vuelva recordable. No es mala, no es buena, no tiene momentos extraordinarios, ni tampoco nada parece bochornoso. El humor es pueril, más parecido a un film infantil, y las escenas de acción se ven grandes, espectaculares, e irrelevantes. Apenas algunos esbozos de wuxia llaman la atención dentro de un mastodonte que nunca logra elegir un camino. Algunos rostros muy importantes del cine oriental le dan el aval étnico al film, pero eso no hace la diferencia. Gong Li, Donnie Yen y Jet Li acompañan a la protagonista Yifei Liu. También aparece como villano Jason Scott Lee, aunque este último actor es norteamericano.
El problema de Mulan es que en su mezcla no se atreve a una potente historia dramática, no se juega por la locura de la animación, no es para chicos ni tampoco es para adultos. Se deja llevar por el cálculo y su falta de definición pierde como película. El temor frente a títulos como este es que el cine solo quiera eso: Pasar sin molestar, transcurrir sin riesgo alguno. Si Mulan hubiera sido un poco mejor, alguien podría pensar que hasta justificaba su existencia, como otras grandes remakes de Disney que salieron mejor y aun así, no aportan absolutamente nada.