Munich en vísperas de una guerra es una nueva aproximación al inagotable tema de la Segunda Guerra Mundial. En este caso la historia se centra en los Acuerdos de Munich, la reunión que tuvieron en esa ciudad Hitler, Mussollini, Chamberlain y Édouard Daladier para encontrar una solución pacífica que evitara la Segunda Guerra Mundial.
Se trata de una novedad revisionista, ya que mayoritariamente el primer ministro británico Neville Chamberlain es mirado de forma negativa por gran parte de los historiadores y el público en general. Con la siempre brillante presencia de Winston Churchill, Neville ha sido duramente castigado por sus acciones o inacciones durante sus años en el poder. La película sostiene que aquello que fue visto con malos ojos por la historia, era realmente un plan para ganar tiempo y estar listos para pelear contra el monstruo del nazismo y sus aliados. A Checoslovaquia, claro, poca gracia le habría hecho esta reivindicación en aquel momento.
Pero Munich en vísperas de una guerra no es La hora más oscuras de Chamberlain ni tampoco una biografía general sobre él. La sobria y elegante interpretación que hace Jeremy Irons de él tal vez lo hubiera ameritado. Pero la película comienza con tres amigos, dos muchachos y una mucha que se conocieron antes de la guerra y cuyos destinos se vieron separado momentáneamente. El joven funcionario británico Hugh Legat (George McKay) viaja a Munich para la conferencia, adonde también se dirige el diplomático alemán Paul von Hartmann (Jannis Niehwöhner). Ambos fueron compañeros en Oxford y aunque ambos están ahora en bandos separados algo podría unirlos. En cuanto a Lenya (Liv Lisa Fries) la historia posterga la información sobre ella.
La prolijidad de algunos momentos, el siempre interesante tema tratado, la presencia de un Hitler que se ve aúin más monstruoso que el monstruo conocido, son todos detalles a tener en cuenta. Pero la película falla porque se hace demasiado larga, con lo cual pierde la tensión de un gran film de espionaje. Tampoco explora bien el vínculo de los tres jóvenes y no consigue marcar verdadera tensión en los momentos claves. Ver una mirada positiva de Neville Chamberlain es lo único original en esta película que queda en promesa y nada más.