Carlos (Adrián Suar), el ejecutivo de una empresa que sueña con convertirse en socio, es adicto a su smartphone. Esta compulsión pone en riesgo su vida familiar. Su esposa, Adela (Paz Vega), le pone un límite y le dice que si no cambia quiere el divorcio. Carlos entonces decide iniciar una terapia que puede ser la última oportunidad para cambiar y salvar su matrimonio y su pareja.
Esta comedia española protagonizada por Adrián Suar se mueve por todos los lugares comunes y situaciones más previsibles que uno pueda imaginar. Pero no es la originalidad lo que le da sentido a esta clase de largometrajes, sino la calidad de su guión y el estilo de sus intérpretes. Pastora Vega es demasiada actriz para su rol secundario, pero el verdadero protagonista es Suar, por lo cual se trata de un lujo más que de un mal casting. El actor argentino consigue varios buenos momentos y su oficio de comediante consigue sacar algunas risas.
Sin embargo, no hay manera de pasar por alto la sensación de historia gastada y sin novedades. Si como comedia tiene algunos momentos, como película romántica es más bien catastrófica. Suar no está cómodo en la parte dramática y el desenlace es bochornoso. Es posible que todo lo más gracioso esté en la primera parte. El supuesto gran momento de comedia, el asado de la familia, falla a todo nivel, y de ahí hasta el final no hay arreglo. El momento Rescatando al soldado Ryan de la terapeuta deteniendo a un discusión con una confesión, funciona en tanto es de otra película, pero igual termina mal. Aunque no es de las peores comedias de con Adrián Suar y tampoco uno de los peores títulos de Netflix, No puedo vivir sin ti está muy lejos de lograr su objetivo.