La joven americana Nora Davis (Leticia Roman) va a visitar a su tía enferma en Roma. La misma noche de su llegada la anciana muere y, al no funcionar el teléfono, decide ir a buscar ayuda a la calle, donde un hombre la atraca y la hace perder el conocimiento. Nora recobra el conocimiento durante varios segundos, suficientes para ver cómo una mujer es asesinada a pocos metros. Al día siguiente nadie creerá a Nora, aunque ella, ayudada por el Marcello (John Saxon), el médico de su tía, decidirá encajar las piezas de todo lo que ocurrió esa noche.
La muchacha que sabía demasiado (obvia referencia a Alfred Hitchcock) tiene varios títulos internacionales, incluyendo Noche del demonio para Hispanoamérica y dos títulos en inglés para la comercialización internacional: Evil Eye cuando se estrenó (con varios cortes) y finalmente The Girl Who Knew Too Much en los lanzamientos posteriores con el metraje original. Como sea, la película no tuvo una gran repercusión en su momento y su director, que venía de varios éxitos con el cine épico y las películas de terror, creyó que había hecho una película que nadie recordaría. Pero no fue así, más bien todo lo contrario, porque los cinéfilos la consideran un hito en la historia del cine e incluso un film fundacional.
La muchacha que sabía demasiado es considerada como la película que inició el género italiano conocido como Giallo. Este género combina tramas policiales y de suspenso, con elementos violentos más cercano al cine de terror, incluso sobrenatural y escenas gore y del cine de explotación en general. Aunque no tiene la dignidad de los clásicos films de suspenso, su popularidad creció notablemente cuando años más tarde el director Dario Argento realizó sus films más exitosos. Si bien al género se lo considera italiano fuera de Italia, allí cualquier película que se le parezca es considera un Giallo. Otra característica es esconder la identidad del asesino hasta las escenas finales y la absoluta ausencia de pudor darle a la trama vueltas de tuerca sobrecargadas y absurdas. Pero estos elementos son su gracia y su amor por mezclar géneros lo hace particularmente popular entre los cinéfilos.
Volviendo a La muchacha que sabía demasiado sorprende la convicción de utilizar humor en medio de una trama muy dramática y toda la subtrama de la marihuana que abre –sin demasiada convicción- la puerta a otras posibles interpretaciones. Sin embargo lo más destacable es su capacidad de generar grandes escenas de alto impacto –esto sí es Giallo puro- y una utilización de las locaciones de Roma que habla a las claras de un director en dominio completo de su oficio. La capacidad de Mario Bava para que esos espacios se vuelvan un personaje activo de la trama es un enorme mérito.
Mario Bava buscó más concentrar tu trabajo en los aspectos formales y técnicos que en el guión. Cosa que por otro lado se nota. Pero todo ocurre de forma tan efectiva que el guión solo parece encadenar grandes momentos filmados con maestría. Incluso en un momento se coqueteó con la idea de que fuera una comedia romántica. Vista hoy, quedan esos detalles que dan una idea de lo que podría haber sido, pero la violencia y los asesinatos de la trama poco han dejado de la historia de amor. La explicación del fracaso cuando se estrenó está en lo innovadora que era su narrativa y el riesgo en sus saltos de tono. Hoy es una película obligatoria para los seguidores del Giallo.