Gonzalo Calzada realizó el film de terror Nocturna, donde contaba la historia de Ulises, un anciano atormentado por su mente cada vez más frágil, expuesto a situaciones que no podía saber si eran verdad o solo parte de su cerebro. Esa película lograba su objetivo, generar angustia a partir de esa ambigüedad. Apoyada en una gran actuación de Pepe Soriano, conseguía mantener el suspenso hasta el final. Pero el director realizó un segundo film en paralelo, una versión experimental de la misma historia. El resultado tiene aciertos pero también limitaciones. Es imposible saber hasta que punto funcionaría solo, aunque tenga, debido a las texturas fílmicas y recursos técnicos, momentos de mayor terror. Imágenes sueltas que resultan muy efectivas, pero que no sostienen la lógica narrativa que nos hizo comprender la historia en el lado A de Nocturna. Aun así, quienes hayan disfrutado del primer film no debería perderse este, un verdadero complemento cinematográfico. Es generoso por parte del director mostrar, de alguna manera, el proceso visual y las ideas que lo llevaron a la construcción de su obra.