DERECHO A MIRAR
El director de Offside, Jafar Panahi, es una de las figuras sobresalientes del cine iraní. Con tan sólo cinco largometrajes de ficción en trece años (El globo blanco, El espejo, El círculo, Crimson Gold y Offside) se ha convertido en uno de los grandes maestros del cine contemporáneo. La pureza y la precisión que muchos realizadores logran al final de sus carreras, Panahi las ha desplegado desde el comienzo. Sus films, todos impecables, son de un indiscutible rigor, aunque ello no los convierte en difíciles ni áridos para el espectador. La perfección de sus relatos permite el disfrute instantáneo de cualquiera dispuesto a entregarse a la narrativa inteligente y apasionante de cada una de sus películas. Porque si algo diferencia a Panahi de Abbas Kiarostami o de Mohsen Makhmalbaf es su sentido del suspenso universal, digno del más espectacular thriller, aun dentro de historias narradas en un estilo cinema verité, cuasi documental. Offside cumple con esta condición y se convierte en un film que atrapa por completo al espectador, en el que cada escena lleva consigo la impronta de un suspenso siempre bien logrado.
Offside, el quinto film de Panahi, comienza fiel a su estilo cinematográfico: la cámara acompaña a un personaje y su punto de vista, luego pasa a otro, transmitiéndonos siempre la sensación de rigor documental mezclada con la narración de la mejor ficción. Planos secuencia que no se adivinan que lo son, un trabajo casi en tiempo real que permite seguir las acciones de forma concentrada, sin la más mínima dispersión, son algunos ingredientes que se observan aquí y que suele utilizar Panahi. En Offside no hay un giro gigante como en El espejo, ni un espectacular arranque como en Crimson Gold, tampoco la estructura que vuelve al punto de partida como en El círculo, aunque sí posee más de un elemento en común con esta última. Ambas películas toman la situación de la mujer en Irán como punto de partida, aunque en El círculo el discurso es más directo. En Offside, un grupo de chicas intenta, cada una por su lado, entrar a ver un partido clave de las eliminatorias para Alemania 2006, mundial en el que Irán se juega todo contra Japón. Todas son atrapadas por los soldados y puestas en una “cárcel/corralito”, detrás de una de las tribunas. La película tiene un matiz de comedia, no por sus chistes o porque provoque risas, sino por el tono amable con el que Panahi decide realizar esta brillante y feroz crítica a las leyes en Irán. Cada una de las escenas, entroncadas con una hábil utilización del lenguaje del cine, trabaja varios niveles al mismo tiempo. Una reflexión sobre la falta de libertad realizada desde la más absoluta originalidad narrativa, que opta siempre por sorprender al espectador a pesar del minimalismo del realizador. Además de una defensa de la igualdad, Offside es una declaración de amor por el cine.