Pacto de justicia (Open Range) es una película ambiciosa. Kevin Costner, como actor, director y productor, pretende recuperar, en el año 2003, la ética del western, su iconografía y su estética. Un género que tiene muchísimo para ofrecer aunque su sensibilidad sea considerada totalmente fuera de época. Alguien dijo que al terminar de ver un film de John Ford sentía que había estado personalmente en esos paisajes abiertos, que había respirado el aire del Oeste. Que había visto también la ética de un artista expuesta con total claridad y honestidad. Lo mismo pasa con Pacto de justicia. Un cielo filmado como lo hace Costner nos lleva directamente al centro de la estética fordiana, pero aunque esto no es poco hay mucho más. Los dos cowboys que protagonizan la historia cumplen con el estilo del vaquero: son callados, leales, directos y valientes. No molestan a nadie ni aceptan ser molestados. Luchan contra sus propias limitaciones e intentan llevar la mejor vida posible sin que esto implique dañar a nadie más. Viven como piensan y son libres. Aunque el cowboy está asociado con la rudeza y la tosquedad, ello no le impide ser sensible y, a su manera, estos cowboys son capaces de expresar más sentimientos que los personajes de cualquier otra película que se haya visto en los últimos años.
Hay tanto amor en Pacto de justicia que es necesario estar forrado decinismo para no sucumbir a la profundasensibilidad del film. Sensibilidad que seextiende a la historia, a los animales, a lospaisajes, a la amistad, al amor entre unhombre y una mujer. Amor y ética. Valores nobles, respeto por los demás. Todo esto mostrado de forma creíble y bella, dentro del único género cinematográfico que todavía puede aferrarse visual mente a esas ideas y respaldarlas con imágenes. Se trata, sin duda, de un western al estilo clásico hecho hoy, con la capacidad para no venderse a las demagogias de las modas actuales, pero con la suficiente inteligencia como para, por ejemplo, crear algunos cielos tormentosos con efectos especiales si esto contribuye a aumentar el clasicismo. Pacto de justicia es nueva, y si sus personajes evocan a los de otros directores del género como Ford o Eastwood, esto no quiere decir que los copie, sino que comparte su universo. Pero el mundo que despliega el film es el de su director, Kevin Costner. y aunque en la torpeza de Charley Waite cuando habla con Sue percibamos a otros cowboys, sólo en esta película la historia de amor consigue tener tanto peso como otros elementos del relato sin desequilibrarlo y sin que resulte algo forzado. La mujer del western es una marca de la sensibilidad del género. Y Sue se acerca más a la mujer fordiana, aquella que representa estabilidad, futuro, civilización. Opuesta a la hawksiana, que es una más del grupo y que jamás puede asociarse con la idea de hogar. Sue es valiente, madura, bella por dentro y por fuera. Como los otros protagonistas del film, los años le han otorgado sabiduría. Comprende las limitaciones de Charley y el esfuerzo que hace para acercarse a ella. Sue puede intervenir en el duelo, pero con sus propias armas. Su coraje y su respeto por la vida son más fuertes que un revólver.
También está el pueblo, con Michael Jeter haciendo de Walter Brennan (no por nada aparece con una leve renguera al final, para citar tal vez a Río Bravo) y varios integrantes que finalmente prestan su colaboración. El pueblo ayuda aquí casi de la misma forma que en Río Lobo, de Howard Hawks. Pacto de justicia es la defensa de una serie de creencias. Ideas que pueden producir enfrentamientos y duros reveses. Costner es un dirección posterior al clasicismo e incluso al revisionismo, aunque aquí se decida por volver a los clásicos. La conexión entre esta película y Pasión de los fuertes (My Darling Clementine, 1946) de John Ford es completamente explícita aunque se trate de una película que elige su propio camino. En algún lugar vuelve sobre ese film para leerlo con los ojos del realizador contemporáneo. Costner se atreve a hacer eso y sale bien parado.
Pacto de justicia es una película sobre la coherencia y sobre la sabiduría que dan los años. La lucidez que tienen los personajes -incluido Tig, que en sus últimos años ya no cazaba pájaros- es la declaración de principios del director, que defiende sus ideas contra viento y marea, que hace un film a contramano de todo, con un género que no es popular, con una narración que no es la más usada hoy en Hollywood, con actores que no están a la cabeza del gusto masivo. Pero con la convicción de que está haciendo aquello que cree que es lo correcto. Tanta valentía y tanto talento juntos resultan conmovedores. Y lo son porque están puestos en la pantalla, y no fuera de ella. Pacto de justicia es un clásico de la historia del cine, pues está hecho de aquello con lo que están hechos los mejores films de todos los tiempos.