EXTRACCIÓN DE LA PIEDRA DE LA LOCURA
Bug (2006) es una película sobre la cual resulta particularmente interesante no saber nada antes de comenzar a verla. Cuanto menos informado se esté del argumento más se podrá disfrutar de la experiencia intensa, por momentos extrema, en la que nos sumerge este original film de William Friedkin. Esta crítica, a partir de aquí, comienza a analizarlo en su totalidad, por lo tanto, el lector que no haya visto el film aun y desee entregarse al mismo con absoluta inocencia, debería primero ver la película para luego seguir con la lectura de la nota. Hecha esta salvedad, ahora sí podemos adentrarnos en el análisis de esta película que, justamente, basa gran parte de su fuerza en la ambigüedad de su argumento y de sus temas.
Su director, William Friedkin, comenzó su carrera en la década del 60, pero tuvo el mundo del cine en sus manos en la primera parte de la década del 70. Al éxito y el prestigio Oscar incluido de Contacto en Francia (1971) le siguió El exorcista (1973), otro acierto de público y crítica, y uno de los pilares de la historia del cine de terror. Y si bien Friedkin realizó en los años siguientes algunos otros policiales y films de terror, nunca volvió a reproducir ese esplendor de aquel momento. Sus habilidades narrativas, su destreza para crear suspenso y tensión siguieron presente en sus producciones, pero sin lograr el mismo resultado. En Bug, Friedkin descubre que puede concentrar sus habilidades, poner el énfasis en aquello que sabe hacer y a partir de allí obtener, si bien no los resultados de El exorcista, al menos sí uno de los films más interesantes y complejos que el género ¿de terror? ha dado en la última década.
De la mujer pantera a la mujer insecto
Aunque Bug es un film bastante fuerte en sus imágenes, no puede calificárselo como de terror puro. En realidad se acerca mucho más a un film sobre el origen del terror que a una película con los códigos del género. En ese sentido, se trata de un interesante trabajo de aproximación a algunas de las premisas de la serie de films de terror que realizara el productor Val Lewton para la RKO, en la década del 40. Es decir, el drama psicológico de un personaje es exteriorizado y metaforizado en una historia de terror. Aunque esto siempre ocurre en el género, en films como La mujer pantera (Cat People, 1942), dirigido por Jacques Tourneur bajo las órdenes de Newton, se juega mucho con la ambigüedad de saber si realmente existe aquello que la protagonista vive o si en realidad es su mente la que crea ese entorno. En La mujer pantera el horror que la protagonista le tenía al sexo era el motor de toda la trama; aquí, en Bug, el móvil es el daño irrecuperable que le ha producido a Agnes (Ashley Judd) la desaparición de su hijo en un supermercado años atrás. La protagonista vive en un cuarto de hotel en Oklahoma y tiene una novia llamada R.C. (Lynn Collins) con la que trabaja de camarera; una noche ésta lleva a un joven de aspecto inquietante, llamado Peter (Michael Shannon). Con él llegarán horas más tarde a los bichos a los que alude el título del film. En el primer tercio, Friedkin anuncia un progresivo descenso a los infiernos, y si bien todavía no ha ocurrido nada concreto, el espectador ya puede empezar a sentirse incómodo. Al igual que en El exorcista, Friedkin va punteando la trama con pequeños golpes de efecto que no permiten relajarse. Como en aquel film, el realizador nos introduce primero en un drama, para luego comprometernos emocionalmente con lo sobrenatural, si es que acaso existe algo así. El film abre con la pantalla en negro y el sonido-leit motiv del teléfono, que suena en asociación con aquel llamado que Agnes espera y que nunca recibe (ese que le anuncie la noticia de la aparición de su hijo). Luego, un espectacular y significativo plano general que desde un lejanía se va a acercando desde el aire al hotel de la locura donde transcurre la historia. Tanto el plano como el hotel no pueden más que retrotraernos, como siempre, a Alfred Hitchcock, a su estilo y a sus temas. Pero no es sólo un mérito formal de Friedkin, el director también consigue crear un relato que parece ser incomprensible y perturbador incluso con ciertos aires de David Lynch pero que en realidad es claro e inequívoco, sin por eso dejar de ser perturbador. Es más, cuando más comprensible es el film, más perturbador resulta, lo que demuestra que si el director tiene claro lo que cuenta, eso beneficia mucho más al film que si no lo hace.
En la boca del miedo
Las preguntas que se hace el espectador durante la película son si ¿existen realmente los bichos de los que habla Peter y que luego comenzará a ver Agnes?, y si ¿él está loco o realmente hay una conspiración detrás? Por más esfuerzo que uno quiera hacer por inclinar la balanza en ese sentido, la película leída con atención demostrará que no es Peter el protagonista del film ni el conflicto pasa por él. Es Agnes a quien hay que seguir y es su universo mental el que puebla de imágenes la narración. La primera pista son los llamados, la segunda y a la larga inequívoca- es la presentación de Jerry (Harry Connick Jr.), el ex marido de ella, salido de la cárcel y con antecedentes de violencia doméstica contra la propia Agnes. Sale del cuarto del baño entre la bruma (¿de entre los muertos?) en el momento en el que pensamos que es Peter. Es más, estamos seguro que lo es y el director nos genera un pequeño suspenso hasta descubrir que no. Esta mágica aparición enfatiza el carácter ¿imaginario? de Peter, carácter reforzado por jugar como doble de su ex marido. Más adelante aparece la tercera pista que indica que habitamos en la cabeza de ella. Cuando Peter y Agnes tienen sexo, la escena está filmada de forma falsa, muy artificial, fuera del registro del film, en un mundo no real. Y en el clímax aparece un plano de un insecto. Ese plano, más tarde quedará claro, no podría haber aparecido en esa escena si todo lo que le sigue no fuera una construcción mental de Agnes. La insólita presencia de un médico que no duda en drogarse en cuanto entra al hotel bastaría para cerrar todo esto, pero para quienes aun tengas dudas, dos planos entre los títulos del final sirven para despejar cualquier duda. Dudas para quienes quieran una sola lectura del film, en lugar de dejar convivir a varias. Porque en definitiva, Bug no es un film de terror en el sentido estricto del término, sino un film sobre el horror, sobre el espanto de perder la razón y vivir en una pesadilla sin fin. Cualquiera que conozca el género sabe que lo que asusta verdaderamente no es lo impresionante de las imágenes, sino el tema que subyace detrás de ellas. Bug, de William Friedkin no nos permite ni siquiera el consuelo de pensar que es todo una fantasía, al contrario, nos subraya una y otra vez que todo es espantosamente real y que el horror habita en nosotros, como una larva, esperando adueñarse de nuestro ser.