Como cada mañana Paolo se sube a su moto para ir al trabajo. Conoce un truco por el cual en una bocacalle complicada, él pasa con el tiempo justo donde ningún otro vehículo tiene paso. Es una pequeña, casi imperceptible falta de tránsito sin consecuencias. Pero un día la cuenta sale mal y un camión choca con Paolo, que fallece. Cuando va al cine, encuentra que por una burocracia celestial, Paolo tiene la oportunidad de vivir noventa minutos más después de su muerte. A partir de eso, el protagonista deberá aferrarse a lo que más ama, valorando como nunca todo aquello es que es importante en la vida.
Una fantasía como las que Hollywood ha sabido hacer a la perfección en títulos como Qué bello es vivir! o El cielo puede esperar. Aunque es edulcorada y simplona, esta película italiana dirigida por Daniele Luchetti, tiene un problema insalvable en su protagonista. Un personaje tan poco querible que sus conflictos de ninguna manera generar algún tipo de interés por su destino. Aunque la película busca ser tibia y agradable, su protagonista nos obliga a tomar partido en su contra.