Pesadilla en lo profundo de la noche fue el título con el que se conoció en Argentina A Nightmare on Elm Street (1984). En aquellos años el público, salvo los expertos, se enfrentaba a las películas con muy poca información si concurría a la sala el primer día de exhibición. En este caso eso significaba que se apagaban las luces y aparecía, por primera vez, un personaje llamado Freddy Krueger. Nadie sabía quién era, no le llamaban Freddy porque no nos parecía tan gracioso y, sobre todo, porque todos nos pegamos el susto de nuestra vida con esta película dirigida por Wes Craven.
Varios jóvenes de una pequeña ciudad tienen pesadillas recurrentes en las que son perseguidos por el mismo siniestro personaje. Es el monstruoso espíritu de un asesino de niños que busca venganza contra los padres de los adolescentes que ahora él acecha. Los jóvenes no saben que sus padres hicieron justicia por mano propia contra Fred Krueger cuando él fue liberado por un tecnicismo que le iba a permitir quedar impune. Krueger fue quemado vivo y debido a eso su rostro está completamente quemado, creando la imagen horrible y característica del personaje.
El principal acierto de Pesadilla está en que el asesino habita en los sueños, donde absolutamente todo es posible, y que esos sueños pueden dañar igualmente a quienes se encuentren con Krueger. La fórmula es impecable y Wes Craven, con todos los trucos del viejo cine de terror, se encarga de que el espectador se asuste de verdad. Si las pesadillas pueden matarnos, entonces no hay espacio seguro para nadie. El director logra varios momentos memorables y funda una franquicia con un personaje que se convertirá en un clásico del género. Para el actor Robert Englund sería el comienzo de una nueva carrera y él disfrutaría el culto a su personaje de allí en más. El padre de la protagonista lo interpretaba John Saxon, un actor fundamental del Giallo italiano desde la década del sesenta. Y como curiosidad, este es el primer film donde trabaja un carismático actor que se convertiría en mega estrella: Johnny Depp.
Muchas secuelas, una serie, una remake y muchos derivados y parodias mostraron el descomunal éxito del film. Wes Craven volvería a reinventar el género slasher con Scream (1996), un slasher que incluía su propia parodia y hasta un análisis del género dentro de la misma película. Freddy Krueger se volvió un fenómeno mundial y lo hizo gracias al talentoso realizador de Pesadilla. Un film que corrió las barreras del miedo y que nos hizo sentir inseguros al dormir, al despertar, al estar en medio de una clase o a plena luz del día en nuestra propia calle. Ese es el secreto de su todavía vigente popularidad.