En 1957 se estrenó un film llamado Grave Robbers from Outer Space, pero sería dos años después, y con el título de Plan 9 of Outer Space, que este film dirigido y escrito por Edward Wood Jr. tendría su estreno comercial. En el medio también tuvo funciones, pero en ningún caso fue valorada positivamente o generó algún tipo de éxito comercial. En Argentina figura con el título de estreno de Vampiros del espacio en 1961, pero su fama llegaría, a nivel mundial, muchos años después. La llamaremos de acá en más Plan 9 o Plan 9 del espacio sideral, así le agregamos dos títulos más, para subrayar aún más su errática existencia.
Analizar en el año 2020 una película como esta parece casi imposible. La película ha sido sepultada en una montaña de trivia e historias absurdas, atravesada por un culto que la festeja muchas veces por motivos insólitos y mejorada notablemente por haber sido inmortalizada por la obra maestra de Tim Burton Ed Wood (1994). En lo personal jamás he pensado que una película mala puede ser buena. Si nos gusta es porque hemos descubierto que no es mala, tan simple como eso. Dicho esto, pasemos a Plan 9.
En California, un anciano (Bela Lugosi) lamenta la pérdida de su esposa (Vampira) y al día siguiente también muere. Unos extraterrestres, el soldado espacial Eros y su compañera Tanna, usan un dispositivo para resucitarlos a ambos y al fuerte inspector Clay (Tor Johnson) que fue asesinado por la pareja. Su intención no es conquistar la Tierra, sino evitar que la humanidad desarrolle la poderosa bomba “Solaranite” que amenazaría el universo. Cuando la población de Hollywood y Washington DC ve platillos voladores en el cielo, un coronel, un teniente de policía, un piloto comercial, su esposa y un policía intentan detener a los extraterrestres. Esa es la sinopsis de esta película que mezcla la ciencia ficción con el terror y que parece robarse algunas ideas de otros films clásicos como El día que paralizaron la Tierra (1953).
Obviamente se trata de un film en blanco y negro, no podría ser de otra manera (cuando se convirtió en film de culto, años más tarde, fue coloreada en algunas versiones). El bajo presupuesto se nota en cada escena, pero hay algunas que son particularmente absurdas e injustificadamente baratas. Los exteriores de un auto estacionado filmados en interior con una visible tela detrás figuran entre los más injustificables. El gran Bela Lugosi, en su última aparición cinematográfica, no sabe que actúa en la película. Son unos planos que, como a él le hubiera gustado, lo traen del más allá y lo hacen participar del film aun después de muerto. En una de esas imágenes se lo ve portando su vestuario de Drácula, no el del film de 1931, sino el de la representación teatral, que es bastante parecido. Un homenaje raro, producido por la ausencia de un plan por parte de Ed Wood Jr. a la hora de filmarlo. Pero el azar le jugó a favor, la gran capa de Lugosi permitirá que su doble, el que filmará las demás escenas, pueda tapar su rostro con la misma, como hacía el viejo vampiro.
En teoría la película tiene un guión muy malo, pero su ejecución es lo más delirante. Y allí, en la mezcla desmesurada, torpe y atrevida es que Plan 9 encuentra no sus méritos cinematográficos, sino su encanto absurdo, por momentos patéticos, pero nunca malintencionado u ofensivo. Hay mucho cine berreta en la historia del cine, antes y después de este film, pero el gancho está en la ausencia de miedo al ridículo por parte del director. Recordemos que Wood fue el director, el productor, el guionista y el montajista del film. Sin duda un autor en el sentido más estricto del término, aun cuando deba ser usada esa palabra para nombrarlo responsable total de una película muy fallida.
¿Sabe Edward Wood Jr. qué está haciendo una película tan mala? ¿Es su intención realizarla así? En 1957 no había una mirada tan autoconsciente tan difundida como hay ahora, al menos no en ese género. Su película era en serio. Su humor es prácticamente nulo, los chistes de los personajes son malos, lo que produce humor no es algo buscado. Los setenta y nueve minutos que dura la película son excesivos, aun cuando la primera parte tenga tantos elementos incongruentes que resulte genuinamente divertido darles un sentido. Pero una vez que esas piezas inconexas se completan, lo que sigue tiene muy poca gracia. Solo queda el culto patético de reírse de la película y no con ella.
Un hombre que mira a cámara y hace un anuncio inquietante, es Criswell, un famoso adivino amigo del director. Luego unos títulos que son más profesionales que el resto del film. Imágenes de archivo sacadas de los más variados lugares y que no pegan con nada. Las tomas casi familiares de Bela Lugosi. El encanto de Vampira, la torpeza tierna de Tor Johnson. La actuación distante y casi moderna de Bunny Breckinridge y la única futura (mediana) estrella que aparece en el film, Gregory Walcott. Gracias a Tim Burton y su Ed Wood aprendimos a encariñarnos con todos los personajes y con este rodaje. Descubrimos que un quiropráctico se convertiría en un imposible doble de Lugosi y también descubrimos que el propio Bela fue un amigo entrañable del director. Qué la película fue financiada por una iglesia Bautista y que debido a ellos el elenco tuvo que bautizarse para hacer el film. Qué la idea era recaudar mucho dinero para luego hacer una saga de film bíblicos. Todo eso y más lo aprendimos con Tim Burton y todo se veía mucho mejor en su versión del rodaje que en la película. Martin Landau como Bela Lugosi ganó el Oscar a mejor actuación secundaria y la película también se llevó el Oscar a mejor maquillaje. Edward Wood Jr. hubiera estado feliz de que su cine y su amigo pudieran llegar tan lejos.
¿Pero cómo se volvió tan famosa antes de 1994? La película tenía una vida oscura pasándose por televisión, como muchos otros títulos. Pero cuando en el libro The Golden Turkey Awards (1980) la mencionaron como la “peor película jamás realizada” automáticamente la gente comenzó a fijarse en ella convirtiéndola en uno de los films de culto más importantes de la historia del cine. En el libro se invitaba a los lectores a votar y fue así que Plan 9 y Ed Wood terminaron siendo nombrados la peor película y el peor director de la historia del cine. Claramente no es así. Hay películas muchísimo peores en su torpeza narrativa, en sus errores evidentes o en la falta de ideas y aburrimiento generalizado que producen. También hay películas infames, siniestras, abyectas o tramposas. Hay directores que han ganado un Oscar o dos que están claramente por debajo de Edward Wood Jr. Y ganadores de festivales que han realizado peores películas que Plan 9 del espacio sideral. Aun siendo una película mala y su director un mal realizador, hay más nobleza aquí que en una parte del cine prestigioso. Y claro, cuando Plan 9 se volvió de culto, también muchos cineastas aprovecharon para hacer películas infames de forma snob y sin corazón, lo que también es una catástrofe. Sé que a Edward Wood Jr. le hubiera gustado ganar premios y ser recordado. Es discutible que merezca galardones, pero sí queda muy claro que jamás será olvidado dentro de la historia del cine.