Punto rojo es la nueva película de Nicanor Loreti, cineasta argentino especializado en cine de género. Esta vez elige contar una historia con pocos actores, pocas escenas y pocas locaciones. La película no se ve barata ni forzada, al contrario, visualmente es impecable y esos pocos espacios donde está narrada funcionan bien. Hacer cine de género necesita de un espectador que acepte las reglas y juegue con ellas. De todas las películas del director esta es, probablemente, la más lograda. Las locuras de la distribución y exhibición actual no le darán el espacio que debería haber tenido y que tuvieron film menos logrados del director.
Aunque la trama desatada remite al cine de Quentin Tarantino y a todo el cine que este a su vez colocó en su propia obra, Punto rojo es todo lo argentina que puede ser, no como una bandera, claro, sino por la omnipresencia de elementos locales, como el auto de la película, un Dodge 1500, así como también el lenguaje absolutamente local. El protagonista, Diego, empieza la historia con su auto en medio de la nada. Para entretenerse escucha un concurso de radio sobre Racing Club, equipo de fútbol del cual es hincha fanático. Acto seguido ocurrirá un evento sorprendente que trastocará todo, pero el concurso seguirá en pie.
Policial, thriller de espionaje, película de gángsters, narración que bordea lo fantástico, Punto rojo siempre intenta hacer cosas y aportar estilo visual prolijo y sólido. No llega su efectividad a que podamos pasar por alto eventos sin sentido para la propia trama, pero aun con eso sigue siendo una película con ideas y ganas de narrar. Lo visual es impecable, se precisa un guión más fuerte para acompañar.