Interesante misterio representan las películas que tienen las peores escenas al comienzo, más aún las de Netflix, que son candidatas al abandono al instante. ¡Qué duro es el amor! (Love Hard, 2021) es una comedia romántica navideña, lo que ya la encasilla en dos lugares complicados y sin salida. Peor aún, arranca con una chica que escribe sobre citas fallidas, un personaje ya agotado hace un par de décadas. Pero la protagonista, que vive en Los Ángeles, descubre un candidato que le gusta de verdad y que promete romper su racha de malas citas.
Llega la Navidad y ella, en un acto de intrepidez digna de un guionista, viaja al pequeño pueblo donde su candidato vive para sorprenderlo. Y sí, lo sorprende, porque resulta ser que no se parece al de las fotos que ella vio en la aplicación. El de las fotos sí existe y vive en el mismo pueblo. El apuesto y aventurero chico de las fotos no tiene tampoco la personalidad agradable del joven de anteojos que finalmente es el que le ha escrito todo el tiempo. Para darle un poco de material extra, el tímido y mentiroso joven es mitad chino, lo que permite no descuidar el creciente público de oriente y un poco anticipa la resolución de la historia.
La película arranca muy mal, tiene un par de sorpresas que mantienen el interés y finalmente encuentra su tono y ritmo cuando trabaja con todos los lugares comunes de la comedia romántica navideña. Cero sorpresas, cero angustias, un número esperable de conflictos y básicamente todo resuelto como se adivina desde el inicio. Para eso son las comedias románticas y más aún las navideñas, para no sorprender. Como dato de color los protagonistas discuten cual es la mejor película navideña, si Realmente amor (Love Actually, 2003) o Duro de matar (Die Hard, 1988). El título original de esa comedia romántica es justamente una combinación de ambas. Un dato simpático para una comedia pequeña y previsible, un salvavidas solo para emergencias emocionales. No es poco, pero sin duda hay muchos mejores ejemplos que este.