Rebel Ridge (2024) se distingue rápidamente del promedio de películas que aparecen en Netflix todo el tiempo. La construcción de la escena demuestra que estamos frente a una historia bien contada y una tensión que se sostiene con armas genuinas de cine. Un joven que va en bicicleta por la ruta de un pequeño pueblo es detenido violentamente por la policía local. Se trata de un ex-marine llamado Terry Richmond (Aaron Pierre) que está tratando de llegar a pagar la fianza de su primo. Los dos policías que lo detienen le quitan el dinero y ese será tan sólo el comienzo. Este inicio que recuerda en varios aspectos a Rambo (First Blood, 1982) es prometedor y consigue el mismo efecto que la película de Ted Kotcheff protagonizada por Sylvester Stallone. La trama luego irá en otras direcciones, pero esa conexión inicial es válida y también una pista acerca de lo que tenemos delante.
Terry descubrirá una red de corrupción liderada por el Jefe Sandy Burnne (Don Johnson) y frente a la más absoluta injusticia deberá decidir si se resigna o si lucha. La historia no podría ser más sencilla y aún así a la mayor parte del cine contemporáneo le es imposible. Todo parece funcionar de maravilla durante la hora inicial y la identificación con nuestro héroe es automática. Pero la película dura más de dos horas y la segunda parte es inferior a esa primera sección impecable del inicio. Sin volverse nunca bochornosa ni de cerca, los defectos le impiden a Rebel Ridge tener el aura definitivo de los clásicos, pero tampoco parece estar buscando eso. El elenco es sólido y ver a Don Johnson interpretando con convicción a un villano es un placer extra.