Peliculas

Rescate implacable

De: David Ayer

Levon Cade ha dejado atrás su profesión como militar, un trabajo al que le ha dedicado años y que le ha costado perder a su mujer y también la custodia de su hija. Este viudo ex fuerza especial británica vive en Estados Unidos y trabaja en construcción. Pero todos saben que hay algo ahí que él no cuenta. Cuando la hija adolescente de su honesto y generoso patrón Joe García (Michael Peña) es secuestrada, Cade debe responder al pedido desesperado de un padre para que la rescate de una red de trata de personas. Motivado por hacer justicia y pensando en su propia hija, nada lo detendrá hasta conseguir su objetivo, aunque tenga que enfrentarse a la peligrosa mafia rusa.

El título local de Rescate implacable quiere remitir sin culpa a Búsqueda implacable, el clásico del género protagonizado por Liam Neeson. La ironía es que los títulos originales son Taken (2008) y A Working Man (2024), por lo que esa similitud no existe en inglés. Cosas de la distribución. Jason Statham vuelve a hacer equipo con David Ayer, un sólido director de cine violento que ha perdido algo de identidad en pos de tener más éxitos de taquilla. Ayer y Statham estrenaron anteriormente Beekeeper (2024), otra película de acción donde alguien debe salir del retiro para hacer justicia. Pero esta vez falta un poco de elenco para acompañar al protagonista y también algo de la locura exagerada de aquel otro título. En ambos casos, y esta vez con la ayuda del guión de Sylvester Stallone, se trata de películas catárticas, donde los malos reciben su merecido de manera contundente. Un poco de orden en un mundo de caos. Sin embargo, se descuidan los personajes secundarios, se pierde algo del entorno y la película es una seguidilla de momentos de acción filmados con un cierto exceso de oscuridad en la imagen. Al recordarla la película es mejor que cuando uno la está viendo, ya que no tiene un progreso dramático que la vuelva atrapante. Statham cumple sin problemas, pero se merecía una película más sólida. El final, con cierta picardía, permite cerrar por completo la historia o abrir una secuela, ambas cosas no serían ilógicas.