Bodi y su banda dejan Snow Mountain para irse de gira con la sensación del pop Lil’ Foxy y deberán aprender el precio de la fama. Este Dogo tibetano deberá entender la importancia de los orígenes y el no venderse a la fama y el dinero de los poderosos. De todos los guiones que se repiten al infinito este es uno de los más conocidos y la película no buscará en ningún momento sorprender. Al contrario, busca con desesperación la lección moral, como si acaso necesitara recalcarlo más de la cuenta.
Aunque la película se vea como una producción norteamericana completa, hay que señalar que se trata de una coproducción con China, por lo cual la reivindicación de la vida en el Tíbet tenga que ver con eso. No hay ninguna lógica ni el más mínimo atisbo de sentido en que el perro rockero se haya criado allí, pero así es la animación. Los chistes que hacen referencia a otras película son un peso extra que termina de hundir en la pereza esta película que, dicho sea de paso, es una secuela de un film de cuatro años atrás.