El western es el género cinematográfico por excelencia. Y dentro de ese género hay un maestro llamado John Ford. John Ford, que no solo dirigió westerns, llevó al género a lo más alto del cine mundial. Desde antes del surgimiento del cine sonoro hasta el final del Hollywood clásico, su cine marco el nacimiento, madurez, apogeo y caída del western. Sus obras maestras cambiaron la historia del cine y llegan de las maneras más variadas al cine de todo el mundo.
Entre The Searchers (1956) y The Man Who Shot Liberty Valance (1962) -dos de sus películas que se disputan, por sus ambiciones y sus resultados, el podio de ser su mejor western- Ford realiza tres películas interesantes que marcan el oscurecimiento de su mirada del mundo. Así, al tono con algo de humor, pero igualmente desencantado de The Horse Soldiers (1959) le sigue Sergeant Rutledge (1960), en donde la problemática negra y el racismo quedan en primer plano. Se trata de un western con estructura de policial y película de juicio. Pero en lugar de elegir un protagonista negro amable y sumiso como se había empezado a hacer en el cine de Hollywood, un personaje “integrable” sin problemas para la sociedad blanca, el acusado es un personaje orgulloso, poderoso, capaz de ser violento y con una carga sexual bastante inusual para aquella época. Sergeant Rutledge es adulta, compleja, llena de hallazgos. La sociedad “civilizada” está plagada de prejuicios y miseria, nos dice Ford, cosa que se confirma en Two Rode Together (1961), una especie de nueva lectura de The Searchers, esta vez con el énfasis puesto en la tensión social.
La acción de Sergeant Rutledge transcurre en 1881, es decir en el período en el cual suelen transcurrir la mayoría de los westerns: después de la Guerra de Secesión y antes del fin de siglo. La aparición del cadáver de la joven hija de un oficial de un fuerte militar provoca una investigación para encontrar al culpable del asesinato y violación de la chica. El principal sospecho es el sargento Rutledge (Woody Strode, gran actor fordiano de ahí en más), un valiente militar, admirado por sus hombres y respetado por todos. Pero al tratarse de un hombre negro, el racismo lo convierte en una presa fácil de persecución. Herido y habiendo huido de la escena del crimen, pocas posibilidades tiene de no ser encontrado culpable.
Su defensor, el Teniente Tom Cantrell (Jeffrey Hunter, protagonista de The Searchers junto a John Wayne) cree en su inocencia y no se deja amedrentar por la situación adversa para su defendido. El juicio dará pie a un western inusual para John Ford, así como también para el género, poco habituado a la franqueza en el tratamiento de ciertos temas. La idea de hombre negro violando y asesinando a una joven blanca, y que este hombre sea un héroe, fuerte y valiente, no deja ser inusual y de avanzada para la época. La presentación del personaje, a solas con otra mujer blanca, tiene varias escenas que parecen reflejar los miedos y las fantasías de la sociedad de aquella época. No solo la del siglo XIX, sino la de mediados del siglo XX, cuando la sociedad empezó a mostrar cambios positivos y al mismo tiempo fuerte resistencia. John Ford, una vez más, volvió a ser pionero con este film. No solo en la temática, también en la forma. Con un uso de flashbacks casi inexistente en el western y raro en su cine, Ford logra generar suspenso y sorprender al espectador. Como es su costumbre, también hay varias escenas de humor, fundamentales aquí para aliviar la gravedad y oscuridad del tema. No faltan, a pesar de ser un film de juicio, inolvidables escenas en la locación más bella del mundo: El Monument Valley.
Volver a ver Sergeant Rutledge es fundamental para disfrutar la variedad de westerns inolvidables que hizo el maestro, pero también para entender que aun hoy hay quienes no entienden su cine así como tampoco comprenden el género. Ford analizó el mundo en el que vivió y mostró la totalidad del cuadro, no solo el pequeño espacio que abarcaba su cine. Ford no termina en el cine, Ford es un observador de la sociedad como no hubo muchos en el siglo pasado. Revisar su obra es revisar el trabajo de un genio que entendió como pocos el mundo en el que vivió y la sociedad en la que desarrolló su obra. Todo lo que se diga sobre él será siempre insuficiente, pero su obra está disponible y habla por sí misma. Sergeant Rutledge es otro ejemplo contundente.