Shazam! es una película bastante tonta. Esto no dicho de forma peyorativa, no todavía. Aunque esconde dos buenas historias tristes detrás de su catarata de chistes bobos, lo cierto es que prefiere instalarse en el espacio ligero pero no inteligente de una comedia infantil. No es para chicos, solo es infantil por la manera en la que está contada y la forma en la que resuelve los conflictos.
Pensar que esta película vaya a ser la primera de muchas es un buen medidor acerca de lo irrelevante que es hacer buen cine cuando la franquicia está asegurada. Por si acaso Shazam! se guarda el mejor chiste para el final, justo antes de que empiecen los títulos, tal vez para dejar su costado más simpático en la memoria del espectador. Luego habrá dos escenas durante los títulos, para asegurarse que la ya demasiado larga película se vuelva un poco más larga y nos robe más tiempo a los espectadores. La oscuridad ridícula que intenta mezclar con los chistes simplones no pega ni por un instante.
Se podrá decir que es un humor pop, ligero y refrescante el que tiene la película, pero para mí ponerse a hacer tantos chistes significa que odian a los personajes y solo intentan quedarse con su público cautivo, no construir algo realmente bueno. Sí, la herencia de la película Quisiera ser grande (Big, 1988) de Penny Marshall está blanqueada. También se multiplican las referencias a otras películas, juegos, comics y demás, así los que entienden esos guiños pueden reírse fuerte y sentirse más cultos. En el medio hay que soportar más de dos horas de película que, insisto, no valen la pena, a pesar de varias ideas buenas y algunos momentos simpáticos.