Peliculas

SHERLOCK HOLMES

De: Guy Ritchie

DEMASIADO ELEMENTAL

Arthur Conan Doyle tuvo durante toda su carrera de escritor una bendición y una maldición: Sherlock Holmes, el personaje, fue la creación más popular y exitosa de su obra, pero a la vez, el nombre que opacó al resto de su prolífica y ecléctica producción literaria. Quienes admiramos profundamente al escritor escocés de familia irlandesa, hemos pasado en general por ese momento en el cual nos hemos preguntado cómo podía ser que un personaje tan maravilloso fuera rechazado por su autor. Recuerdo que el primer libro que compré en mi vida fue Estudio en escarlata, casualmente la primera aventura del famoso detective y su compañero, el Dr. Watson. Este Doctor, una especie de alter ego de Conan Doyle, solía ser el narrador de las historias de Sherlock Holmes. Descubrir estos relatos es, para cualquier lector, un momento maravilloso pues las historias son apasionantes. Es por ello que, hasta que uno no lee el resto de la obra de Conan Doyle, resulta difícil entender el rechazo del escritor por su más inolvidable personaje. Cuentos, novelas, ensayos y hasta dramaturgia fueron el grueso de su obra y, hay que reconocer, que en muchos casos esta última es lo mejor de su obra. No sólo Holmes y Watson fueron personajes con varios relatos, también el Profesor Challenger, creado en otro clásico: El mundo perdido (The Lost World), volvió en otras historias, así como el impar Ettiene Gerard fue protagonista de relatos llenos de humor e ingenio. Novelas de caballería como La compañía blanca (que alguna vez John Ford pensó en llevar a la pantalla) o Sir Nigel, también merecerían un espacio de mayor importancia en la historia de la literatura. Como si esto fuera poco, los cuentos de médicos, piratas, boxeadores, militares, y sus relatos de terror y ciencia ficción son obras maestras que muestran la capacidad de Conan Doyle para utilizar diferentes tonos y géneros. Cansado de su creación más famosa, el escritor intentó matarlo, pero la presión fue tan grande que Sherlock Holmes tuve que volver y seguir con sus aventuras. Ya en los últimos años de su vida -murió en Londres en 1930-, Conan Doyle pudo observar cómo el cine comenzaba a explotar de forma sistemática al detective de Baker Street. Si bien hay muchos ejemplos de películas individuales -hasta Billy Wilder realizó un film sobre el detective- en general hubo una tendencia a crear series, cinematográficas y de televisión. Cualquier iniciado en el tema sabe que el más famoso Sherlock Holmes del cine fue Basil Rathbone, y que Nigel Bruce interpretó a su compañero Watson. Para un repaso de estos cientos de films recomiendo -por estar traducido al español, además- Las películas de Sherlock Holmes, de Chris Steinbrunner y Normal Michaels. Y también es recomendable seguir la vida de Conan Doyle a través de las innumerables biografías escritas, ya que su vida es asimismo material de estudio interesante.

Toda esta introducción, muchísimo más breve de lo que hubiera querido que fuera, es para hablar de Sherlock Holmes, dirigida por Guy Ritchie, con Robert Downey Jr en el papel de Holmes, y Jud Law en el rol del Dr. Watson. Esta nueva película es la apuesta del cine industrial más importante que se haya hecho en muchos años sobre el personaje, y es posible que se convierta en la más taquillera y famosa de las adaptaciones de ahora en más. El film no es una adaptación de ningún relato de Arthur Conan Doyle, aunque sí, una relectura de sus personajes principales. Pero esto no es una novedad, hace mucho que el teatro inventó historias de Holmes y lo mismo hizo el cine, aunque lo más interesante es sin duda el número importante de pastiches que ha tenido Holmes en la literatura. El pastiche es casi un género literario o un estilo, que toma un personaje famoso y lo coloca en historias nuevas, imitando el estilo y las características, pero siempre de manera apócrifa. En esta categoría entran muchísimos films, incluso el realizado por el director Guy Ritchie. Está claro que el film no respeta de forma estricta al personaje, que coloca mucha más acción y que se aferra a todo aquello que pueda producir un espectáculo grandilocuente más que un policial reflexivo. Se ha enfatizado -según el canon actual- la belleza de los protagonistas con un importante estado físico y un sentido del humor definitivamente excesivo. Y ahí surge la única duda importante, que no tiene que ver ni con Conan Doyle ni con el respeto a su obra. Lo que se observa en este film es una inquietante superficialidad, un deseo de ir por la cáscara de las cosas, una extensión de los recursos sin sentido habituales en su director. Ritchie, realizador de Juegos, trampas y dos armas humeantes y Snatch, cerdos y diamantes, se especializa en el efecto por el efecto mismo, en la acción sin sentido y en ningún tema ni interés en particular. En manos de tal director, la película se sumerge en escenas aburridas y en momentos irrelevantes por demás. Encontrando su mayor interés en la impecable actuación de Robert Downey Jr., que si no tuviera a su alrededor un montaje frenético incluso en escenas intimistas, podría dar aun más en su caracterización de Holmes. Tal vez la siguiente película sea mejor que ésta, tal vez la anunciada presencia del enemigo máximo de Holmes, el Profesor Moriarty le otorgue complejidad al relato. Tal vez cambien el director y el guionista. Todo es hipotético, excepto una cosa que Conan Doyle sabía muy bien: nada ni nadie puede matar a Sherlock Holmes.