Simón (Venezuela/Estados Unidos, 2023) es una película independiente realizada por el aporte de donantes y cuyo presupuesto no alcanza al millón de dólares. Tal vez sea esto lo que posibilitó su existencia, ya que es un caso aislado en la historia del cine contemporáneo al denunciar los horrores de la dictadura venezolana. Mientras que progresismo del primer mundo gasta millones de apoyar películas que denuncian dictaduras del pasado en el continente o que tienen una mirada muy crítica de los países centrales con respecto a estas, el pueblo venezolana ha visto como nadie de la comunidad cinematográfica internacional se preocupa por el desastre de su país y el descomunal éxodo que han tenido. Es más fácil encontrar directores diciendo que en Estados Unidos se vive un estado no democrático que verlos denunciando a Chávez y Maduro y sus sangrientos gobiernos.
La película muestra las protestas en Venezuela, dónde Simón (Christian McGaffney) y sus compañeros de lucha han sido detenidos y torturados. Simón ha huido a Miami y allí está buscando ahora que lo acepten como refugiado, aunque la idea de no volver a su país también le resulta dolorosa. Si se queda en Miami siente que los ha traicionado, pero sí vuelve su vida corre un serio riesgo frente a quienes lo buscan. Simón transcurre mayormente en Miami, con la lucha del joven y su conflicto interior. Los recuerdos traumáticos nos van mostrando lo que vivió en Venezuela. Melissa (Jana Nawartschi), una joven que trabaja dando ayuda humanitaria, hará todo lo posible para ayudar a Simón. Ella descubrirá el desastre humanitario que vive el país al mismo tiempo que irá conociendo a Simón y todo lo que le ha tocado vivir. Tal vez no haya nada nuevo para el espectador, pero verlo plasmado en un largometraje que da la vuelta al mundo es una bocanada de aire fresco.
La película está bien actuada y usa al máximo sus limitados recursos, a punto tan que la información de su presupuesto acotado se lee en las noticias, pero no se ve en la película. Tiene varias escenas de suspenso y drama muy angustiante y es muy fuerte ver las escenas que el cine ha plasmado siempre para hablar de ciertas dictaduras pero ni ha intentado hacerlo con este desastre del presente. La película atrapa y conmueve. Su discurso podrá ser analizado desde lo político y también desde lo narrativo. Pero como denuncia cumple y como película también. Ojalá logre abrir los ojos de los que hacen cine, en Venezuela, en Estados Unidos y también en Argentina. Simón tiene otro hallazgo extra: no es la clásica película que intenta bajar línea diciendo que en el primer mundo se vive mucho peor que en el tercero. Estados Unidos no es una pesadilla sino un refugio genuino. Incluso en eso la película sigue sumando puntos que la hacen única.