Jay (Kodi Smit-McPhee) es un joven aristócrata escocés que, en la segunda mitad del siglo XIX, llega al viejo Oeste americano para emprender un viaje que le permita reunirse con Rose, la mujer que ama y de la que se ha separado por un incidente ocurrido en su país. En el camino se cruza con un misterioso forajido llamado Silas (Michael Fassbender), que se ofrece a acompañarle en su aventura. Pero Silas esconde un secreto acerca de sus motivaciones para ir junto a Jay. En el trayecto se cruzarán con distintos personajes y ambos deberán aprender algo del otro para sobrevivir en las tierras salvajes.
Slow West es un western producido y filmado en Nueva Zelanda en coproducción con Gran Bretaña. Aunque la historia transcurre en Estados Unidos cualquier seguidor del género descubrirá rápido que no está filmada allí. Es anecdótico más que otra cosa, porque la película cumple con las reglas del western aunque pertenezca a la categoría de western moderno. El revisionismo del género ya ha quedado atrás y lo que hoy se ve en aquellos títulos que no buscan ser clásicos es un tono claustrofóbico y pesimista, donde la violencia se nota está vista con los ojos del presente. Aun así, Slow West se guarda sus ideas del Oeste y su universo hasta el final, por lo cual no conviene adelantar cuál es el balance final que hace de los personajes y su contexto.
La película igualmente es sobria, tiene un trabajo de fotografía delicado y bello sin exagerar ni llamar demasiado la atención, la narración no remite a ninguna de las formas irónicas o paródicas que ha sufrido el género pero tampoco responde a las formas clásicas en el sentido estricto. Los actores están contenidos, no caen en caricaturas y la brevedad del relato muestra a las claras que el director quería contar una historia simple, sin estridencias. Misión cumplida, porque la película no es pretenciosa y tiene un cierre impecable.