Michael J. Fox supo ser una de las estrellas más populares de la década de los ochenta. Primero por su rol de Alex P. Keaton, en la serie Lazos familiares, donde se robaba el show en un elenco de varios personajes, segundo por su papel de Marty McFly en la trilogía de Volver al futuro. El documental Still (Estados Unidos, 2023), dirigido por el premiado documentalista Davis Guggenheim lo tiene a Michael J. Fox hoy, hablando de su enfermedad, al mismo tiempo que recorre toda su vida hasta llegar a su presente. El testimonio principal es el del propio actor, en un primer plano largo, narrando su propia experiencia y describiendo su estado de salud desde que le diagnosticaron Parkinson en 1990 hasta la actualidad.
El documental se basa en los libros que escribió el propio Michael J. Fox, quien se ha dedicado tanto tiempo al activismo que ya su trayectoria como actor parece una segunda profesión y no su reconocimiento central. Sabiendo esto es importante para los realizadores ofrecer algo para ambos grupos, los fans de Fox, que son los más, y aquellos que quieren saber de su enfermedad, que ya lleva más de treinta años en su vida. Es muy fuerte el contraste entre aquel momento de fama máxima y el presente ya retirado de la actuación.
Pero fiel al espíritu de Michael J. Fox, el documental tiene una energía descomunal. Se utiliza con inteligencia y sin ningún rigor cronológico, material de sus películas para ilustrar situaciones y que no haya ni un solo instante en el documental sin que tengamos una buena imagen en la pantalla. Por supuesto que otras sí respetan la cronología de Fox, en particular lo vinculado con Lazos familiares y Volver al futuro. Hay muchas recreaciones, en particular todo lo vinculado con los comienzos del actor. No son recreaciones pobres o simples, sino que parecen fragmentos de un largometraje de ficción. Eso le suma mucho al resultado final, le da más fuerza.
Fox muestra su vida cotidiana, el vínculo con su esposa Tracy Pollan, con quien está casado desde 1988, y también sus tratamientos para paliar los síntomas de la enfermedad e intentar seguir realizando la mayor cantidad de tareas posibles, incluyendo una de las más complicadas: caminar. Los que somos contemporáneos a Michael J. Fox, vivimos con mucha emoción cada momento del documental y nos sorprende lo pronto que fue diagnosticada su enfermedad y cómo lo seguimos viendo en cine y televisión sin notarlo.
El carisma de Fox está intacto, así como su sentido del humor. Hay momentos bellos y emocionantes con respecto a esto, y también una lección acerca de lo pasajero que puede ser todo lo que damos por sentado. Hay mucho por aprender en este documental y también hay mucho por disfrutar. Ese vínculo raro que los espectadores tenemos por los artistas que admiramos, cuyas tristezas y alegrías a veces nos parecen propias. Y como en este caso, también nos recuerdan que todos somos humanos.