El tercer largometraje de la realizadora salteña Lucrecia Martel, La mujer sin cabeza, presentado recientemente en el Festival de Cannes, explora, como los films anteriores, el mismo universo de personajes atribulados. El gran dominio del lenguaje cinematográfico del que hace alarde la directora es quizás su característica más saliente y la razón por la cual se puede decir que es una de las mejores realizadoras que posee el cine nacional actual. Aquí un breve intento de análisis de algunos elementos presentes tanto en ésta como en sus otras obras.