Tigre blanco (The White Tiger, 2021) es una coproducción entre la India y Estados Unidos estrenada en Netflix. Es la historia del joven Balram Halwai (Adarsh Gourav) quién al comienzo del film parece haber logrado un ascenso social impensado en el sistema de castas de la India. Con humor, buscando la complicidad del espectador, Balram nos cuenta cómo llegó hasta allí.
La película es la contracara de Slumdog Millonaire (2006). Si bien ambas son coproducciones en las cuales el cine de la India es occidentalizado con el fin de hacerlo más accesible para todos los públicos, acá prevalece el costado indio por encima del norteamericano. Y si Slumdog Millonaire era un cuento moral, donde hacer el bien recibía una recompensa final, Tigre Blanco es un cuento amoral, donde alguien para vencer las diferencias sociales debe mentir y cometer crímenes. El protagonista de ambas historias realiza un camino de aprendizaje, aunque parece que aprenden cosas opuestas. Tigre blanco es menos amable y su protagonista menos agradable. Es también una muestra de los tiempos que corren.
La película funciona como entretenimiento y es muy didáctica a la hora de hablar de la India. Posiblemente sea en ese aspecto una puerta para los espectadores occidentales. También tiene a dos grandes figuras de Bollywood en el elenco, Rajkummar Rao y Priyanka Chopra, esta última famosa también fuera de la India por protagonizar películas en Hollywood, además de la exitosa serie Quantico (2015-2018). Pero también tiene una bajada de línea que no es tan fácil de evaluar.
El discurso de la película es, obviamente, contra las castas. Tanto por el maltrato que reciben los humildes, así como por el servilismo que estos profesan por la casta de ricos. El protagonista ha triunfado y la película nos va a mostrar cómo. Sin embargo no se sabe si está llamando a una revolución o habla de un caso puntual. Propone un sistema de empleados y patrones en lugar de uno de esclavos y amos. Parece aferrarse al capitalismo, al tiempo que habla de la India y la China como las dos potencias del futuro. Y se da el lujo de decir que el hombre blanco está terminado. Tal vez allí la productora ejecutiva Ava DuVernay haya metido su bajada de línea racista, algo que tan bien funciona en el Estados Unidos actual.
Si no le ponemos el peso ideológico encima, se podría decir que la película es un poco una comedia con un pícaro como protagonista. Qué trata del ascenso social, algo que puede darse tanto en los emprendedores como en los gángsters. La historia es buena, la bajada de línea la vuelve algo torpe. Por lo demás, una manera de conocer algo de la India y también algo de su cine.