Primer día del año. En una casa en un paisaje nevado, un detective novato espera a su veterano compañero. Mientras la policía científica inspecciona el lugar, paramédicos se llevan a una joven en camilla. Ella dice: “Todos mis amigos están muertos” mientras pasa junto a los policías. El espectáculo es terrible, toda la casa está llena de cadáveres y no se sabe como ocurrieron los eventos sangrientos que llevaron a ese desenlace. Los policías posiblemente tampoco lo averiguarán jamás. Los espectadores sí, porque un largo flashback nos contará todo.
Comedia de humor negro salvaje. Con chistes muy tontos, otros más inteligentes pero principalmente llena de una violencia descarriada y amoral. Aunque intente en algún momento armar alguna reflexión, la propia película le pasa por encima a eso, tomársela en serio sería demasiado. Parafraseando a un famoso dramaturgo: “Está llena de ruido y furia y al final no significa nada”.
Todos mis amigos están muertos (Wszyscy moi przyjaciele nie zyja, Polonia, 2020) es la segunda película polaca que produce Netflix y es, a pesar de robar códigos de Estados Unidos, una muestra del nivel de locura que maneja el cine de ese país. En cuando a sangre y violencia, hay material para rato. Aunque más que un film de terror, esta sea una comedia adolescente con drogas, sexo, alcohol y una masacre en clave de comedia.